"No habrá gloria ni grandeza en nuestra creación y formación hasta que exista la criatura humana, el hombre formado. Así dijeron. Luego la tierra fue creada por ellos."
-Popol-Vuh
Realmente no sé cómo comenzar, ni cómo seguir, ni cómo terminar.
Hace una semana mi esposo y yo nos metimos a una gloriosa sala de cine vacía, pues a medio día en un lunes, con el termómetro marcando casi los 40°, nadie va al cine; así que entre esa oscuridad y el discreto reflejo de la pantalla que golpeaba las butacas solitarias, nos acomodamos como cinéfilos y geeks, listos para comenzar el debate y los comentarios -porque sí, tendemos a compartir opiniones mientras corre la película, sobre la película o teorías que puedan aplicarse, filosofías, formas de pensamiento o cosas que ya hayamos visto antes, siempre sobre el tema, será por eso que muchas veces nadie nos acompaña a ver películas. Fuera de Star Wars, la ciencia ficción me importaba un pepino, hasta conocer a mi esposo, quien me introdujo al utópico mundo inexistente-pero curiosamente real que Ridley Scott creó con Blade Runner y Alien. Más que meras historias fantásticas de robots, replicantes, extraterrestres y una Tierra ya en decadencia, Scott plantea las famosas preguntas a las cuales el hombre, desde la antigüedad, busca respuesta: ¿quiénes somos?, ¿a qué venimos?, ¿cuál es nuestro propósito?. Son las preguntas que han forjado pensadores y filósofos e intelectuales, soldados, dictadores, y son las preguntas que han dirigido a la humanidad desde su creación. Tan importantes son, que las reflexiones existenciales de estas son cuestionadas por androides y no por humanos, según las películas de Scott: Roy Batty, en la búsqueda del por qué de su creación y el desear más tiempo de vida para poder experimentar la vida misma, es capaz de sacrificarse a sí mismo en la búsqueda de su creador, a quien eventualmente termina por asesinar. son estas preguntas las que nuevamente plantea Ridley en Prometheus, su tan esperado retorno a la ciencia ficción.
Así como Prometeo le robó el fuego a los dioses para entregárselo a la humanidad, la nave Prometeo es el medio a través del cual la tripulación, encabezada por los arqueólogos Shaw (Noomi Rapace) y Holloway (Logan Marshall-Green), va en busca de los orígenes del ser humano, para encontrar las respuestas que desde siempre se han preguntado y llevarlas de regreso a la Tierra. Pero, así como el mito cuenta que Prometeo fue castigado por su osadía, la nave y sus tripulantes encuentran el mismo fin, cuando después de descubrir a sus creadores y descubrir sus planes de destruir a la humanidad, deben inmolarse para evitar la destrucción de la Tierra. Planteada bajo esa sola premisa, para muchos la película es solamente una historia más de acción/ciencia ficción sobre extraterrestres cuyo único fin es la destrucción. Otros esperan realmente una secuela, como tal, de Alien, lo cual lo es, aunque sólo tangencialmente. Es cierto que toma ciertos aspectos de la película de los 70's (desechando a todas sus horrendas secuelas) y lo que toma es a manera de excusa para poder cimentar la historia de Prometheus.
Hay varias interpretaciones posibles a la historia, a los personajes y sus motivos; Shaw y Holloway, por ejemplo, tienen un poco de formación Nietzscheana, cuando se parangona con el hombre frenético que va en busca de Dios y se topa con un grupo de ateos que se burlan de él. De igual manera, ellos reciben las burlas y el escepticismo de la tripulación al revelarse que su misión es encontrar a los creadores de la raza humana, a los Engineers. Este mismo nombre hace referencia a dos cosas, al ser supremo creador del todo y a la maquinación del ser humano, quien después será quien diseñe y maquine seres nuevos, aunque desprovistos de alma y conciencia, como el androide David (Michael Fassbender). Los seres/deidades que son personificados por los Ingenieros, parecen ser síntesis de aquellas presentadas en la mitología grecolatina y la prehispánica, quienes crean y destruyen y a partir de la destrucción vuelven a crear, un especie de trial & error. Para ejemplo de ello basta con leer a Ovidio o Hesíodo, o el Popol-Vuh, o incluso en la Biblia, cuando en ciertos pasajes, Yahveh destruye para poder reformar al ser humano; de la misma manera, en el principio de la película, uno de los Ingenieros se ofrece para la destrucción de sí mismo y así crear vida. Y esta misma teoría seguirá participando entre los personajes y confirmado por David: para crear hay que destruir.
A pesar de los elementos que toma de Alien, veo más similitud con Blade Runner, en el sentido de los personajes y sus motivaciones, sobre todo en aquellos de Shaw, Weyland y David, quienes van en busca de su craeador, cada uno por razones diferentes y parecidas a la vez. A pesar de su poca participación en la historia, Weyland (Guy Pierce), es el arquetipo del hombre que lo tiene todo, pero no tiene nada; un hombre que tiene que crear a un hijo, David, tras la decepción de haber tenido una hija, Vickers, quien ya al final de su vida, con increíble poder y recursos económicos para ir hasta los confines del espacio en busca de más tiempo de vida. Weyland, parece ser motivado por las mismas razones que el replicante Roy Batty en Blade Runner, quien va en busca de Tyrell para pedirle que lo arregle y le aumente su tiempo de vida, el cual está ya por concluirse. Weyland, ayudado por David, se presenta frente al Ingeniero para pedirle más tiempo, aunque, a diferencia de Batty, su muerte no es acompañada por humildad y apreciación por lo vivido. David, quien a pesar de saber que es un androide, se comporta como humano al mostrar curiosidad y cierta afinidad por las cosas y especialmente, por Shaw, y tanto Shaw como David, buscan respuestas que, bajo diversos medios, terminarán en un mismo punto: la muerte de Dios o de su creador. David por un lado, le confiesa a Vickers (Charlize Theron) que todo hijo busca la muerte de su padre, y Shaw por otro lado, tras ver que su "Padre Creador" no es el padre compasivo, de ciencia que ella creía, sino mensajero de la muerte, termina por matarlo a él. El deicidio y, de cierta manera, la venganza de Prometeo. Este final se presenta a maneras de puntos suspensivos que preparan el camino para una posible secuela de Prometheus, en donde seguramente adentraremos en lo que sucedió con Shaw y David tras ir en busca del hogar de los Ingenieros, nuevamente en busca de respuestas a sus preguntas.
Dejando fuera lo teológico y filosófico del meollo, la película es un verdadero festín, pues si hay algo que Ridley Scott sabe hacer, presentar y exponer mundos ficcionales de manera verosímil. Tanto los personajes como sus entornos son reales desde el momento en que aparecen en pantalla, gracias a la atención al detalle. Los escenarios son grandiosos, fantásticos y aterradores por igual; los personajes son fascinantes y cada uno logra mantener su parte, sin sacrificar sus motivos ante el desarrollo de la trama. Las personificaciones de Shaw y David son, a mi parecer, quienes roban escena en cada momento, con Fassbender dotando de un encanto cómico y cínico a David, y Shaw quien se consolida como la heroína de nuestros días, y que en lo personal, se ganó mi corazón después de ver esa escena horrorífica, medio gore, en la cual se extirpa al feto alienígena que vive en ella -escena que pretende hacer tributo a aquella famosa chestbuster-scene de Alien. Pero por "X" o "Y", el tiempo y la historia ya dirán si esta película compartirá los laureles de la gloria junto con sus dos anteriores entradas de ciencia ficción; entregas que, junto con Lucas y Kubrick, han cambiado por siempre la manera en la cual este género se ha percibido dentro de la historia del cine.
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