jueves, 31 de diciembre de 2009

Mis discos favoritos del 2009


Este año fue extraordinario, escuché una cantidad de música que no se imaginan. Casi todo muy bueno o excelente; no pueden negar que hubo discos muy buenos este año. De todo lo que escuché, hice una lista de 20 discos y tras días y días y vueltas y vueltas, logré bajarle a 10. Así que, les presento lo que, según yo, fue lo mejor de lo mejor del ya pasado 2009.

10. Actor, St. Vincent

Annie Clark (St. Vincent) es mi fantasía. Ella representa mi sueño imposible de convertirme en músico y formar una banda de rock. But sadly, those who can't play, listen, and boy, have I listened. Actor es el segundo disco de la canta autora y es un disco que re define la idea de lo que el género pop es para muchos. El álbum está lleno de multifacéticas melodías y letras que obligan a uno a poner atención, la voz de Clark es algo cerca a lo celestial y llena de personalidad y sobre todo, he aquí una chica que sabe tocar la guitarra y lo hace maravillosamente; toca como cualquier tipo de gafas y converse. Actor es un álbum que trascenderá y St. Vincent una artista que no tardará en estar en boca de todos.

9. Wait For Me, Moby

Play fue el álbum que me introdujo a Moby, a partir de ahí me encargué de escuchar todo lo que pudiese de él. Sin embargo, todo cuanto escuchaba se me hacían vagos intentos de sobrepasar lo que hizo en Play, hasta que llegó Wait For Me. No, no digo que sea mejor; no digo que sea peor. Digo que llega a ese mismo nivel de sentimiento, de poeticidad, de musicalidad, tanto así que parece ser una continuación a Play. Con Wait For Me, Moby nos da a conocer un sonido y una personalidad madura, captando audiencias inexperimentadas y conocedoras con un nítido estilo evolutivo y reconfortante. Y por supuesto, aquella famosa melancolía que ya es bien conocida no se hace extrañar. Un excelente álbum que nadie, pero nadie, debe dejar pasar.

8. Hold Time, M. Ward

Catalogar a M. Ward como un artista meramente folk sería un crimen. Sus dotes musicales coquetean y conquistan cualquier género hecho y por haber, ejemplo de ello es Hold Time, un álbum en el que se reusa a quedarse quietamente en un estilo. Cada canción es tan diferente como la anterior, haciendo cuanto quiera de ellas y encantando a quien lo escucha de paso. Matthew es un prodigioso guitarrista, poseedor de una magnífica voz y un espíritu artístico aún más impresionante, y el álbum es la perfecta materialización de todo cuanto permanece invisible a uno. Hold Time es, justo como lo dice el título, música que detiene el tiempo, lo hechiza y lo domina.

7. Grace/Wasteland, Peter Doherty

El punk y la heroína no es lo único que corre dentro de las venas del ex vocalista de los Libertines, de hecho, corre mucho más. El multifacético artista, se establece con un músico en serio, un músico que sabe por qué está ahí y que sabe tomar control de cuanto lo rodea para poder aplicarlo a su música. Grace/Wasteland fue, definitivamente, una sorpresa para mí, pues esperaba un desgarrante sonido de escandalosos riffs y violentas letras en cada canción, sin embargo, la grata equivocación que me dio la bofetada fue más dulce que el azúcar (está bien, ridícula analogía). Para su primer proyecto como solista, enlistó al mismísimo Graham Coxon como guitarra principal y junto al talento y dirección de Doherty, el álbum sobrepasó cualquier tipo de expectativas, pintando cada canción ahora de rock, ahora de folk, ahora de pop, ahora de jazz, ahora de blues y de una manera tan sútil que a la menor distracción la magia se perdería. Grace/Wasteland es una joya de álbum que ha sido pasada por alto por muchos críticos. Estúpidos incompetentes.

6. Further Complications, Jarvis Cocker

Otro álbum que fue magistralmente pasado por alto y olvidado fue Further Complications del siempre sinvergüenza y estupendo Jarvis Cocker. El ex integrante de Pulp nos recuerda por qué todo mundo ama a un canalla, sobre todo cuando el canalla hace música como él. La verdad es que Cocker puede ser un poeta completamente superficial a la vez que imprime a sus canciones de una impresionante y enternecedora profundidad, ¿cómo lo logra? Honestidad. Further Complications es un álbum para divertirse, para reirse, para emborracharse, para cantar. ¿Quién dice que las obras de arte deben entregar, solamente al público, una conciencia social (a Sartre no le gustaría Cocker).

5. What Will We Be, Devendra Banhart

La extrañeza regresa. Megapuss me mantuvo distraida un rato, pero realmente a quien quería de regreso era al siempre irreverente Devendra Banhart, y ¡qué regreso! What Will We Be es un divertidísimo álbum, multifacético, melodioso, estúpido, profundo... lo es todo a la vez. Lo tiene todo, todo aquello que le conocemos tan bien a Banhart y por lo cual lo amamos, lo tiene. Todo. Angelika y 16th & Valencia Roxy Music Club son prueba de la irreverencia de su música, de su estilo y sus letras. Al igual que mi selección anterior, este álbum es ideal para quienes se pasan las reglas y lo convencional por un lado, para quienes saben reír y encuentran la más dulce poesía en la falta de cordura. What Will We Be es droga musicalizada. Me duele no ponerlo en el número uno.

4. Merriweather Post Pavilion, Animal Collective

Hipnótico, caótico, melodioso, estruendoso, creativo... Animal Collective imprime una impresionante cantidad de elementos a su nuevo álbum que impresiona, cachetea, envicia y enamora, y que nunca termina por saturar ese sonido ya tan característico. Merriweather es un álbum maravilloso, lleno de matices, de texturas, de color, de... bueno, ya se habrán dado una idea, podría seguir y seguir con la lista de sustantivos. La verdad es que este trío de Nueva York acapara todas las listas musicales del año y con mucha razón, obviamente, no podían faltar en mi lista. Su creatividad y talento, puestos y pintados con beats electrónicos y melodías empalagosas han alzado la barra para cualquiera que ose seguirle los pasos. I say... step in if you dare.

3. Hazards of Love, The Decemberists

No puedo parar de expresar mi profundo e infinito amor por esta banda de indie folk/indie rock/indie lo que quieran. Ese amor fue más allá cuando escuché Hazards of Love, la última entrega discográfica de la banda, un álbum que se escucha de un jalón, de principio a fin. Un álbum torcido y oscuro que cuenta la historia de Margaret, su morfo-amante William (osea que cambia de forma), su madre (la reina del bosque) y el rake (un libertino). El álbum es una obra literaria, acompañada con melodías impresionantes, llena de pasión, violencia y sentimiento. Este es un álbum que le recomiendo a cualquier persona que disfrute de la literatura y la buena música. Este álbum es exquisito y difícil de dejar atrás.

2. The Spinning Top, Graham Coxon

Una de las tantas cosas que le agradezco a mi esposo es haberme presentado al increíble talento y encanto de Graham Coxon, a quien previamente conocía por su participación en Blur, y aún así, no ponía mucha atención a los arreglos y aportes de Coxon, tan ingenua yo. The Spinning Top, a diferencia de sus discos predecesores, posee un maravilloso encanto de tintes folk, que una vez embelesados con su prodigioso manejo de la guitarra acústica, nos electriza con una estruendosa guitarra eléctrica. Les confieso que muero por escuchar nuevamente el álbum de Coxon, pero a consecuencia del estado mortis de mi estúpida laptop, el electrizante-guitarrista-canta-autor sufre de Locked-In Syndrome, y se ha perdido de unas maravillosas mañanas de cigarros y café en los que me hubiera acompañado muy bien. Coxon, te extraño.


1. Wooden Arms, Patrick Watson

Una belleza de álbum. Un álbum imposible de plasmar en simples y triviales palabras. Si tratase de hacerlo, terminaría balbuceando una y otra vez que es, simple y sencillamente maravilloso. Watson es un artista cuya música y genialidad se goza y cultiva en una equitativa mezcla de folk y pop, cuyas letras llenan y desbordan al espíritu con la más dulce y melancólica poesía, y cuya creatividad va más allá de lo que cualquiera se pueda imaginar. Wooden Arms es un álbum que se sobrepasa a sí mismo, sobre pasa a sus discos anteriores y sobre pasa a cualquiera que haya querido imitarlo, o que haya intentado caminar tras sus huellas. Es un álbum orgánico y triste; un álbum lleno de poéticas imágenes, un álbum orquestral. Es un álbum embriagante (y un álbum que igual fue estúpidamente olvidado de los primeros lugares de las listas musicales, pero bueno, a estas alturas, a quién le importa un bledo lo que los críticos de música digan... ¿qué van a saber ellos?). Mi querido, mi amado Patrick, el 2009 te pertenece. He aquí tu corona de olivos.

Dignos de mención:
  • Blood Bank EP, Bon Iver
  • Monsters of Folk, Monsters of Folk
  • IRM, Charlotte Gainsbourg
  • XX, The XX

jueves, 24 de diciembre de 2009

Avatar y la historia de un miércoles


Miércoles 23 de diciembre y no hay nada que hacer. Uno se sienta frente al otro suspirando en frustración, sin saber qué hacer. Definitivamente los que-haceres de la casa pueden esperar hasta después de Navidad, incluso, si somos cuidadosos con no tirar migajas, ni dejar aros de agua sobre la mesa color chocolate, después de Año Nuevo. Así que entre el opresor tedio que ayer azotaba con látigo de hierro nuestras frías espaldas, a mi se me ocurrió ir al cine. Hace tanto que no visitábamos las industriales salas cinematográficas de la ciudad. Siendo miércoles a la 1 de la tarde, un día antes de Noche Buena, seguramente la gente no estaría apurándose por hacer fila en las salas de cine.

Mi primera opción fue The Informant de Steven Sodebergh -o es Soderbergh, bahhh. Como diría Louis Armstrong: tomeito, tomatou-. Lamentablemente, como siempre pasa, cualquier buena película, digna de verse, dura escasos y groseros 7 días en cartelera, mientras que mierda de todos los días como Luna nueva, pueden durar los asquerosos 30 días en más de 3 salas del cine. En fin. No íbamos preparados para semejante voltereta en un excelente plan para combatir el tedio vacacional. Así que recorrimos 3 cadenas de cine diferentes hasta terminar en el monstruo industrial más grande de todos... cinépolis. Una vez más, al echar ojo a la cartelera, suspiramos derrotados al ver que todos, absolutamente todos tienen la misma mierda, con la diferencia de salas más grandes, mejor audio y asientos más confortables, por un precio mayor.

Echamos suertes y la suerte dictó que la elección del día debía ser Avatar de James Cameron. Siendo las 2 con 54 minutos, la próxima función iniciaría en exactamente 10 minutos. Así que "arre". Con el mayor dolor de codos que jamás en la historia me hubiera atacado, entramos a la pantalla IMAX a presenciar la película en 3D. Primera vez para mí. Así que después de reírnos harto por como nos veíamos con los ridículos gogles para el 3D, inició la función. Tres horas más tarde, con un horroroso dolor en la cabeza por los malditos lentes, dejamos la sala de cine.

Después de harta verborrea, tal vez quieran saber un poco más sobre la película, ¿no? Pues bueno, la película supongo que está bien; dominguera, es todo. No es excelente, nomás está bien. Entretiene y definitivamente vislumbra, sobre todo en tercera dimensión. Uno siente que puede jalarle el pelo a Sigourney Weaver, lo cual está de locos. Pero que sea una película que marque una generación, que rompa barreras o que suba la barra para todas las películas de ciencia ficción que le sucedan... definitivamente no. El film está construido en una fórmula industrial pre fabricada, masticada, vomitada y procesada, funciona porque tiene que funcionar. La trama es bastante sencilla incluso trillada, al parecer ahora en día a todo mundo le gusta criticar el American-way-of-life, sobre todo a los mismos gringos. Es una critica al capitalismo, a la sed de poder y dinero, y sobre todo, la manera de obtenerlo: chingando a todos los demás. Es una clase de moral por parte de los habitantes de Pandora y una crítica a la falta de escrúpulos de los alienígenas, que para variar, en este caso, son los gringos.

Ah, perdón. Que de qué trata la película, se preguntarán ustedes. Perdón, me emocioné, debí comenzar con eso, supongo. La historia inicia con Jake, un parapléjico que es escogido para reemplazar a su finado hermano gemelo en la exploración y explotación de la luna Pandora, pues una corporación heavyweight está en busca de un mineral muy cotizado. Jake pues es conectado a un Na'vi creado por los humanos, su avatar, un especie de alter ego pero con forma de los habitantes originales de la luna, para que estos puedan mezclarse entre ellos y ganarse su confianza; todo ello, claro está, para poder explotarlos y mangonearlos mejor. Sin embargo, Jake termina enamorándose de los Na'vi y de Naytiri, traicionando el lado de los malos (los humanos) y peleando para el lado de los buenos, y así poder conservar la tradición, el legado y la vida de los habitantes de Pandora. Sin mencionar su hermoso medio hambiente (que admito, el diseño del bosque está muy bello y psicodélico, así que para quienes se quieran fumar algo antes de ver la película, es viaje garantizado).

La historia no es nada compleja, como les digo, todo es bastante sencillo y predecible, muy predecible. Aún así, verla como para pasar el rato, pues está bien. Ahora, eso de que ya todos la califiquen como una de las mejores películas del año y así como para estar nominada en los Globos de Oro a mejor película, pues no. Eso es un rotundo no. Pero bueno, eso a quién le importa. Lo repito, todo se siente muy pre fabricado y masticado, incluso, se siente como un intento desesperado de James Cameron por trascender a la Lucas, aturrando todo lo que pudo y quiso sobre una cosmogonía extraterrestre (pero con tintes africanos, incluso prehispánicos, por ahí recordé el "Flor y canto", lo cual me agradó bastante) en una película de tres horas. El buen señor George, con bastante paciencia y buen seso hizo eso en 6 películas, perdonando los traseros del público en las salas de cine. Y creo que le fue muy bien con eso. En fin.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Vacaciones...

Como si fuese sacado de las leyes de Murphy, justo ahora que dispongo de todo el tiempo del mundo, mi maldita computadora decide fregarse... o qué digo fregarse, chingarse. Así que ustedes dispensarán mi falta de entradas a este su blog. Pronto, muy pronto me desquitaré... tan así que pedirán, rogarán para que ya no actualice más. Sin embargo, a falta de computadora, a falta de música, a falta de televisión, porque incluso mi televisión no sirve, he ocupado mi tiempo entre fumar, leer y ver una incontable cantidad de películas. Por ahí ire poniendo mis reseñas, en cuanto disponga de una computadora decente o logre arreglar a mi bebé.

Por lo pronto mis queridos ciberblogeros, espero que ustedes estén disfrutando de sus vacaciones, en caso de que las tengan. Espero que ya vayan preparando sus pavos, sus tamalitos, su piernas y ravioles para la gran tragadera que les espera (nos espera) los próximos días y vayan afinando la garganta para los brindis.

En caso de que no los lea pronto... ¡Feliz Navidad!

lunes, 14 de diciembre de 2009

Le Scaphandre et le Papillon

Hace muchísimo tiempo que leí y escuché maravillas sobre esta película, sin embargo jamás llegué a verla en el momento. Después, en varias visitas al blockbuster llegué a verla, pero no la llevaba, no sé por qué. Ya sea porque mi humor no andaba de animo para aventurarse en algo totalmente nuevo y diferente o porque me la ganaban y alguien más la rentaba antes que yo. Fuese una u otra, nomás no se me hacía verla. Hasta que por fin, hace poco me animé y la llevé a casa.


Desde que inició, hasta que terminó de correr la última hilera de los créditos finales, la amé. En su totalidad, la amé. Es una película perfecta en todos, absolutamente todos, los sentidos: la fotografía, la música, las actuaciones, la historia, la dirección, la edición. Todo.


La historia (verídica, por cierto) trata la historia de Jean-Dominique Bauby (Mathieu Amalric), editor de la revista Elle, que vive con Locked-In Syndrome tras sufrir una embolia masiva. Esto quiere decir, ha quedado totalmente paralizado de pies a cabeza a pesar de que él está totalmente despierto. Escucha todo, ve todo, siente todo, pero no se puede mover, con la excepción se su ojo izquierdo. Así que, con la ayuda de una terapeuta, Bauby aprende a comunicarse con el mundo exterior: un sistema lento y tedioso en el que alguien le dicta el alfabeto a Bauby y él parpadea su ojo según la letra que quiera usar, así sucesivamente hasta que termina formando palabras, frases o pláticas enteras. Uno, como espectador, se convierte en Bauby, viviéndolo todo a través de su ojo, literalmente. La cámara está la mayor parte del tiempo posicionada en un ángulo que simula la posición del ojo de una persona encamada. No sé si me de a entender, tal vez sea algo que tienen que ver con sus propios ojos. Retomando la historia. Bauby, o Jean-Do, logra dominar la técnica de comunicación rápidamente y comprende a su vez que está en una magnífica y "privilegiada" posición para no sólo comunicarse con la persona que tiene enfrente sino con el mundo entero; una oportunidad de compartir lo que él está viviendo y tal vez inspirar a otros a que ningún problema es lo suficientemente grande como para que no se pueda vivir con él o incluso superar. Yo sé que así como se los estoy contando suena como un libro de superación personal, algo así de Deepak Chopra o Carlos Cuauhtémoc Sánchez o yo qué se, pero créanme, no lo es. Es algo infinitamente mayor, más poético y más artístico que aquello.


De hecho, soy muy quisquillosa con este tipo de películas, porque pueden rayar en lo cursi o lo estúpidamente cursi, y esta película, esta historia, está muy lejos de esa delgada línea rosa. La película se estrenó en el 2007, así que muchos ya la han de haber visto, pero si por alguna razón, así como yo las tenía, no la han visto, en verdad no saben de lo que se están perdiendo. No solamente por la historia, sino por la impresionante fotografía que tiene, la música y la edición. Es una obra maestra técnica y artística, y se las recomiendo mucho.

domingo, 13 de diciembre de 2009

De fúbol, drogas y ocio


Es domingo y al parecer todo México está metido en sus casas o en un bar esperando la última entrega de droga legítima en el país: el fútbol. El perfecto idiotizante por naturaleza (sin ofender). Lo único bueno que viene de tal evento es la ausencia de malos conductores, cafres e ineptos en las calles. Siendo que a mi no me gusta el fútbol, de hecho lo odio, como he dicho, lo único bueno que trae el fútbol es la ausencia de gente en las calles y que la cerveza la ofrecen más barata en los diferentes locales, bares y restaurantes que poseen pantalla para la mejor difusión del opio mexicano. Como decía, siendo que me repatea el fútbol, me encuentro como una marginada más (porque sé que allá afuera hay más como yo) de la sociedad mexicana, incluso, de la sociedad mundial, me siento como al pobre de Gregorio, que debido a su inexistente gusto por este deporte, todo le sale mal, qué digo mal, míticamente desastroso.

Pero no vengo a echarme a la gente encima, no me odien por odiar el fútbol, cada quién, ¿no? Para mí mejor, pues así saldré a las calles y no iré peleando, como generalmente sucede, con los malos y peores automovilistas. No, no vengo a nada de eso, de hecho, no vengo a decir nada en concreto. Hoy no tengo nada interesante que decir. Hoy he venido solamente a perder el tiempo y hacer tiempo, pues voy camino a rentar películas y ver qué nuevo me encuentro por ahí. Hago tiempo para que caiga la noche. Hago tiempo para que el día termine rápido. Hago tiempo... pierdo el tiempo... bah, para lo que importa, da lo mismo.

Ojalá su domingo corra mejor, o al menos se encuentren inmersos en algo interesante y apasionante (y no, el fútbol no cuenta). Feliz fin del fin de semana mis queridos ciberblogeros. Y que gane el Cruz Azul.

Les comparto la inspiración de Hitchcock para The Birds.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Las cajitas de cartón (2)

Después de un par de horas muy frustrantes entre empujones, bullicios y engentamiento en las Lavasolas (estampidas de señoras y señores, muchachos y muchachas, luchando ferozmente por una secadora disponible), lo mejor que uno puede hacer es ir a rentar una película. Así que después de haber, victoriosamente, sacado la ropa de la secadora, después de haberla doblado y haberla metido al carro, mi marido y yo nos dirigimos al Blockbuster. La intención inicial de rentar películas fue terriblemente opacada, no más tarde que dos segundos después de haber cruzado la puerta al entrar, pues justo ahí frente a nosotros, estaban todas coquetas y engalanadas las cajitas de cartón, esas que tienen el enorme letrero de 3x2 pegado en cada uno de sus lados.
Ahí van pues dos ratoncitos a hurgar entre películas y películas, arriba y abajo, de un lado hacia el otro. Hurgando como nunca habíamos hurgado, y los frutos de nuestro arduo trabajo fueron tan dulces, pues encontramos tesoros tan grandes que pasan desapercibidos para los mortales comunes. ¿Qué? ¿Ya les colmé la paciencia? Está bien, ya les diré lo que encontré por ahí: Elements of Crime por Lars Von Trier y en Criterion, nada menos. The White Shiek de Fellini, también en Criterion. Epidemic, Lars Von Trier. Una de Pier Paolo Pasolini cuyo título estaba raro y no recuerdo, pero algo tenía de Wings; Barton Fink de los Hmnos Coen; Mystery Train de Jim Jarmusch. Lost In Translation de Sofia Coppola, una película que no les gustó a muchos, pero a mí me fascinó. Y, para terminar, The Hidden Fortress de Akira Kurosawa, también en Criterion.
No las nombro para presumir, que ni siquiera las compramos, sólo pudimos salir con 3 bajo el brazo, ya que el resto del dinero se esfumó en jabón, suavizantes y secadoras. Las demás quedaron escondidas en aquellas cajitas de cartón para la suerte de otro cinéfilo que sepa apreciar lo que es bueno y lo que vale en esta vida (y que también sepa hurgar).
Amo esas cajitas de cartón...

martes, 1 de diciembre de 2009

El año ya se fue

Pues bien, ahí la tienen, el año ya se nos fue. No se nos está yendo, ni está por irse, ni ya mero acaba, no. Ya se fue. Corrió. Huyó. ¿A dónde? Sabrá Dios. A prados más verdes y cielos más azules, no cabe duda. ¿Por qué? ¿Osan preguntarse eso todavía? Pues porque los prados allá son hermosamente más verdes y los cielos cegadoramente más azules. Por eso. Así que, para estas fechas espero que ya todos le hayan echo sus cartitas a Santa Clós, al Niño Dios o a los Reyes Magos, a Buda o a Maradonna, yo que sé; al santo que ustedes le canten. Espero que hayan sido buenos, hayan hecho sus tareas y se hayan ido a dormir cuando mamá decía. Espero que hayan comido sus frutas y sus verduras, y cualquiera que sufra de mafaldismo, su sopa también.

Espero que sus resoluciones para año nuevo ya las tengan bien pensadas y listas, aunque probablemente el año quentra se las pasen por.... donde quieran y se les olvide. Así como eso de que el 1° de enero dejarían de fumar para siempre, forever, pero, como es año nuevo y después del recalentado se antojó un cigarrito pa'l desempance, pues qué más da, total, solamente es uno y luego ya... tan tan. Pero ya ven lo que dicen: uno no es ninguno, dos son la mitad de uno, tres es uno y como uno no es ninguno, pos va de nuevo. Yo les platicaré después las mías, entre las cuales, por supuesto que no tengo considerado dejar a mi musa de los grisáceos humos. Pobrecita, ella que tiene la culpa de mis cambios de moral.

Eso sí, espero que todos ustedes, y digo todos, no solamente quien lea la increíble sarta de palabrería que escribo, como resolución tengan el leer un libro o dos, y si son audaces y valientes, intenten aventarse unos 10. No, no me importa que sean esas madres del Crepúsculo, con que lean. Y no, ver la película definitivamente no es lo mismo que leer el libro.

Por lo pronto, eso es todo lo que tengo que decir (si es que acaso dije algo). La verdad que perdí la concentración al ver la delgada capa de nieve que cubre el parque del fraccionamiento, y mi mente ahora flota entre aquellos copos que están por derretirse. Me iré a sacar fotos a cuanto pueda y tal vez aventarle un par de bolas a mi hermano. Y si la nieve alcanza, un monito, nomás por no perder el sentido de cliché.

¡Felices heladas!