lunes, 28 de febrero de 2011

El regreso a Radiohead por Radiohead


Como ya se han enterado, porque pues no fue una noticia que se haya mantenida secreta, The King of Limbs de Radiohead, salió a la luz hace unos pocos días, no tiene ni dos semanas. Sigue siendo una novedad, aunque el tema haya ido decreciendo desde entonces. Para mí fue una muy grata sorpresa… o qué digo grata… esa palabra ni me gusta; me volví loca cuando me enteré apenas unos días antes del lanzamiento que Radiohead nos regalaría un álbum más. Y lo que me sorprendió más que nada fue el hecho de que nadie, nadie en el planeta entero, excepto ellos, sabían de este lanzamiento. Todo se reducía a un puñado de vagos rumores por medio de fans o críticos que realmente extrañaban el sabor a Radiohead entre sus columnas. Otra sorpresa más fue el recibir un día antes de lo marcado, el disco, así que ya para el atardecer del viernes, el mundo entero se devoró los 8 tracks del King of Limbs. Incluso muchas revistas en línea y críticos en general, dieron su desglose canción por canción. Pero esas ya son palabrerías de más. Mejor hablemos del disco en sí.

Debo confesar que después de la belleza de obra que fue In Rainbows, mis expectativas con respecto al nuevo álbum eran muy grandes. Traté de evitar soñar en grande, pero esta es una de esas bandas con las cuales uno no se puede dar el lujo de perder la fe, o ponerla en duda. Si algo han logrado los Cabeza-de-Radio siempre, es sacar un buen disco tras otro, y he aquí que 8 discos después, no han perdido el toque. Eso sí, debo admitir que para mí, King of Limbs no sobrepasó In Rainbows, aunque a esta declaración le sigan bastantes espumarajos de boca por parte de algunos o de muchos que se han deshecho por el nuevo disco. Sin embargo, es tan sólo mi opinión. Para las dos de la tarde, ya le había dado tres vueltas al King of Limbs; al final de la tercera vuelta, sentí que esa sensación que me producía era un regresar a… por lo que me vi obligada por fuerzas mayores a mí (que, ¿cuáles fuerzas? sepa la fregada) a escuchar Kid-A y posteriormente Amnesiac. Entonces, y sólo entonces fue cuando supe hacia dónde me había trasladado ese sonido.

Principia el disco con ese fade-in del piano a manera de iniciación a un rito colectivo y los sonidos electrónicos, ya tan bien dominados por la banda desde hace más de una década, nos introducen al lugar común, así que ya para cuando escuchamos la voz de Yorke sabemos que hemos llegado a casa. El ritmo se mantiene dinámico durante todo el disco, a pesar de variar el ambiente y el humor a través de éste, con sonidos envolventes e hipnotizantes. Mientras escribo esto vuelvo a escuchar el disco, con los audífonos puestos y el volumen alto… es hipnotizante. No hay manera de escucharlo y no perderse en los escenarios que la música pinta: profundos, aterciopelados, policromáticos, melancólicos y conflictivos; aunque parezcan interpretaciones oscuras y los sentidos un tanto herméticos, como yo que batallo mucho para entenderle a la letra de buenas a primeras, no siempre es así. Pero a quién le importa hablar de significados con una primera vez que se escucha la obra en cuestión (esta u otra, la que sea). La música y su sentido evolucionan a la par que nosotros lo hacemos, por lo que podríamos hablar de un atemporalidad; es música que no envejece ni se vuelve obsoleta. Lo que hoy sienta con King of Limbs sé que será diferente cuando dentro de 10 años más lo vuelva a escuchar y a experimentar. Es por eso que cuando terminé de escucharlo la tercera vez aquel viernes, regresé a Kid-A y respiré ese aire de nostalgia y recuerdo, en donde la música me llevó hacía la primera vez que lo escuché y lo que sentí en ese entonces. Una de las cosas en las cuales reposa la belleza y la importancia de una banda como Radiohead, según yo, es esa nostalgia e inmortalidad con las que carga su música y su obra entera.

The King of Limbs es, para mí, un muy buen álbum, no lo puedo negar y creo que muchos piensan de la misma manera; aunque no sobrepasó la perfección del histórico y revolucionario In Rainbows, a mi manera de ver las cosas. Se deshicieron un tanto de la grandiosidad que aquel había armado y se regresó un tanto más al sonido electrónico y synth-based del pequeñísimo e insignificante álbum del 2000 que fue Kid-A. No es masticar fórmulas viejas y vomitar algo nuevo, es simplemente un regresar a… Sí, así lo describiría yo. King of Limbs es un regresar a… una mirada hacia atrás mientras se sigue caminando hacia adelante.

viernes, 18 de febrero de 2011

Lo mejor del viernes.... Radiohead

El mundo entero despertó esta mañana de febrero para descubrir que el nuevo álbum de Radiohead, The King of Limbs, estaba ya disponible para todo aquel voraz fanático y melómano ordinario que quisiera y se muriera por tenerlo entre su colección (santuario) digital. Sí, yo sé que ya todo el mundo lo sabe y que los Cabeza-de-radio están en boca de todo el mundo, obviamente, en los míos también. Ahí luego pasaré para dejarles algo que leer sobre el álbum, mientras tanto, he aquí 'Lotus Flower', el primer sencillo del disco con Thom York bailando muy a la Thom York. ¡Feliz viernes!

viernes, 4 de febrero de 2011

martes, 1 de febrero de 2011

El regreso de Peter, Björn & John... rayos


¿Recuerdan “Young Folks”? Esa pegajosa y difícil de olvidar melodía que todo el mundo chiflaba en sus momentos de autismo (bueno, yo chiflaba en mis momentos de autismo); esa tonadita que por todos lados nos perseguía, incluso nos buscaba. Bueno pues los autores de semejante fenómeno regresaron con Gimme Some. Con Writer’s Block, este trío sueco logró juntar una cantidad de seguidores abrumadora, muchos de los cuales, sin lugar a dudas, desaparecieron con Living Thing, un disco muy difícil de escuchar de principio a fin; nada polifacético como el anterior, aunque a mí me agradó bastante el ambiente denso con el cual cargaba. Y si recorremos la línea histórica un poco más hacia atrás, esa misma dificultad está en Seaside Rock… un álbum que me recuerda a las películas de Bergman, ya que hay varios tracks en los cuales se escuchan conversaciones en sueco, acompañados con algunos acordes musicales, mismos que fungen más como complemento de la conversación que como piezas por sí solas. En fin. Para el gran alivio de muchos que se quedaron con esas ganas de música pop-pegajosa, rítmica, liviana, deglutida, nada desafiante, el trío apareció este año con la secuela del Writer’s Block. Y curiosamente, no me llena el oído. No en su totalidad.

Hay discos que funcionan en su totalidad, en las que es imposible adelantarle o cliquear el random y pasar el tiempo escuchando de todo. Sin embargo, éste no es el caso. Gimme Some funciona mejor segmentado, mezclado con cualquier cosa que se encuentre en la lista de música, algo que me duele admitir. ‘Tomorrow Has to Wait’ no fue una buena opción para abrir la obra, aunque el título se me hizo adecuado, el mañana tendrá que esperar… a que encuentre ese gancho que me diga “tienes que escucharlo”. En ‘Dig a Little Deeper’ las guitarras reminiscentes al surf, aunque sean ecos inspirados en dicho género, crean un ligero gancho de interés, mismo que no encontré por ningún lado en la primera canción, el rasgueo se queda atascado en la cabeza, como esas melodías que sólo necesitan de un momento de contacto con nuestro sentido auditivo para permanecer molestamente repitiéndose una y otra y otra y otra y otra vez…. o qué, ¿no recuerdan “It’s a Small World After All” o la interminable línea de elefantes que gustaban de columpiarse?. El tercer track, ‘Second Chance’, promete un poco más, recurriendo al pop de ritmos pegajosos que tan bien dominaron en Writer’s Block, incluso acercándose peligrosamente a emular esos sonidos dejados en un pasado no muy lejano. ‘Eyes’, me recuerda, o mejor dicho, me suena mucho a ‘Close To Me’ de The Cure; que ésta sea referencia directa, la verdad no lo sé, pero la similitud ahí está en el ritmo de la batería, en las palmas chocando. Para la mitad del álbum, me topé con ‘Breaker Breaker’, canción introducida por una sumatoria de instrumentos con el volumen alto, batería, bajo y guitarra; una fórmula sin lugar a dudas muy sencilla que nunca falla, lo bueno y lo malo de ella es que dura menos de 2 minutos. Y siguiendo con la línea de canciones de duración menor a los 2 minutos, ‘Black Book’ repite la sencilla fórmula de los básicos (guitarra, bajo y batería), con una austeridad encontrada en bandas como Joy Division, y que Ian Curtis me disculpe por la analogía, o más adelante, en los Libertines, aunque jamás lleguen al caos, la locura y la destrucción de la música post-punkera de Pete Doherty y compañía. Y ya de ahí pa’l real, pues el disco cae cual piedra por el barranco, quizá sólo para cerrar de manera decente con ‘I Know You Don’t Love Me’, en una atmósfera cavernosa con reverberación vocal, tanto solista como coral, acompañados y complementados por discretos riffs encantadores y esporádicas presentaciones de un lejano sinte.

En resumen, no terminó por convencerme, aunque salvaría un par o un trío de canciones que mezcladas con otra cosa ganarían peso. Y que por qué perdí tiempo escribiendo sobre esto si no fue de mi agrado, pues no sé… tengo la ligera esperanza de que las melodías crezcan en mí, así como pasa con todo, siempre y cuando le demos la oportunidad en un día y tiempo en donde la paciencia para con la música, el cine y la literatura es algo de mucho pedir. Sólo uno podrá decir.

Aquí les dejo "Breaker Breaker":


De regreso

He vuelto. Me vi en la necesidad de tomarme unas ligeras (muy ligeras) vacaciones, durante las cuales me dediqué a sumergirme total y completamente en mis burbujas. Leí, escuché música, pinté y atasqué mi pobre mente de películas, tanto banales como intelectuales, comerciales y artísticas. Incluso intenté escribir mi primera novela, sin embargo, después de tres líneas admití mi rotundo fracaso como primeriza…

… bueno, tal vez lo de la novela estuvo un poquito de más. Aunque sí quise tentar las aguas con un cuento. Algún día encontraré el nervio para postearlo por aquí. Pequeño pedazo de nada, surgido de la nada del momento, mientras nada cruzaba por mi mente. ¿Cómo ven el argumento central? Nada. Y mientras mis pasiones me inducían en lo más delicioso de las fantasías diurnas y me hacían más despistada y accidentada que de costumbre, ideé un proyecto alterno a este blog, lo cual es una sorpresa; por lo pronto, necesito hacerme de un pequeño micrófono para computadora, un programa de edición de audio y entrenamientos vocales (y no me refiero a mi próximo lanzamiento como canta-autora, prefiero evitarles el mal rato).

Prometo volver pronto con alguna novedad o vejedad… Feliz Martini.