jueves, 30 de diciembre de 2010

Lo mejor... The National, High Violet

1. The National, High Violet

I’m a confident liar, got my head in the oven so you know where I’ll be. I try to be more romantic, I wanna believe in everything you believe. I was less than amazing, I do not know what all the trouble was for, I fall asleep in your branches, you’re the only thing I want anymore.


Debo admitir que me ha costado muchísimo decidir entre Joanna y The National, ambos discos me despojaron de mi aliento y consiguieron lo mejor de mi atención. Ambos fueron obras a las que constantemente recurrí durante el transcurso del año, mismas que con cada vuelta crecían y crecían y crecieron a tal grado de quedar cimentadas como lo mejor que llegué a escuchar durante 365 días de horas repletas de música. High Violet es un álbum cargado de emociones oscuras, densas, sádicas, depresivas y para ser un álbum tan pesado, la música logra comprometerlo a tal grado que lo convierte en poesía, de esa tan dolorosa que causa placer, convirtiéndonos a quienes lo escuchamos en masoquistas y con todo el orgullo de serlo. Antes de High Violet, no conocía a The National, así que después de haber escuchado el disco, me di a la tarea de buscar lo pasado, encontrando Boxer y The Virginia EP. Ambos muy buenos discos, sin embargo no están a la altura de High Violet. En Boxer, el disco anterior, ya se escuchan los pincelazos de lo que se convertirá en su mejor obra a la fecha; la oscuridad comienza a apropiarse de las canciones, a pesar de que no llegan a esa densidad con la cual cuenta High Violet. En cuanto a arreglo musical, se escucha, ya se siente y se ve venir la magnificencia con la cual The National se presentó este año al mundo. Las canciones son ricas en estructura y en letra, en música y en sentimiento, liderados por la afectiva voz de Matt Berninger, la cual le dota de un cierto romanticismo a cada pieza; romanticismo oscuro y tormentoso, digno de novelas post-revolucionarias de la Francia del siglo XVIII; llamémoslo post-Romanticismo, en el cual encontramos todos los rasgos y características del movimiento, inyectado del siglo XXI. Es sólo cuestión de escuchar las canciones, las cuales escupen, entre tanto verso, frases que seguramente les acosarán el subconsciente (y el consciente también); ejemplo, ‘Terrible Love’, canción que abre el disco: /It’s a terrible love, and I’m walking with spiders/. “¡Qué cosa más terrible que el amor!” dirían los poetas. O también en ‘Sorrow’: /Sorrow found me when I was young; sorrow found me, sorrow won/. En ‘Lemmonworld’: /I’ll try to find something in this thing that means nothing/. Y por su puesto, ‘Conversation 16’: /I was afraid I’d eat your brains, ‘cause I’m evil/. Etc. Quizá no todo sea amor, quizá no todo sea uno… pero qué digo… todo es amor, todo es uno mismo. High Violet es la tortuosa expresión interna del hombre, de un hombre, de cualquier hombre; es un maravilloso álbum, matizado con poética, pero cimentado en el rock. Definitivamente The National merece la corona de olivo, el cetro y el trono.

Aquí abajo 'Bloodbuzz Ohio':

Aquí 'Sorrow':

...y 'Vanderlyle Crybaby Geeks':

martes, 28 de diciembre de 2010

Lo mejor... Joanna Newsom, Have One On Me


2. Joanna Newsom, Have One on Me

Actualmente vivimos en un mundo, en una sociedad, en donde la paciencia y el tomarse el tiempo se han convertido en conceptos arcaicos, obsoletos, en algo que nuestros padres, abuelos y antepasados en general tendían a hacer. Lo cual es lamentable, ya que esto ha resultado en el consumismo, en el “lo quiero ya y lo quiero ahora”. Comida rápida y procesada, lecturas cortas y superficiales, películas banales, etc. Saber que algo requiere de nuestra capacidad de reflexión es inaceptable. En la música, lo que el radio-escucha promedio consume, es justamente eso, música procesada, masticada y banal, acompañada de ritmos molestamente pegajosos; quizá sea esta la razón por la cual artistas como Joanna Newsom o Sufjan Stevens o The Knife son dejados de lado, pues requieren atención, requieren nuestra capacidad de reflexión y sobre todo, requieren de nuestro tiempo. Have One On Me es un álbum que corre sobre las dos horas, dividido en tres discos. Es un álbum que ante todo, nos pide tiempo y paciencia, y déjenme decirles que de concederle a la obra estas dos pequeñísimas cosas, descubriremos la maravilla creativa de Newsom, tanto de autora como de músico, pues es una dotada arpista, pianista, compositora. El álbum, si bien no encanta a la primera, seguramente, de dejarse añejar, se convertirá en una obra básico dentro de nuestro canon de discos que nos acompañarán toda la vida. Por ejemplo, yo ya lo he catalogado dentro de mi soundtrack definitivo, mi soundtrack vitalicio, el cual, si se hiciera una película sobre mi vida (ja-ja), quedaría plasmado entre obras como Rubber Soul (Beatles), Blue (Joni Mitchell), The Wall (Pink Floyd), Crash (Dave Matthews Band), The Seldom Seen Kid (Elbow), O (Damien Rice), OK Computer (Radiohead), The Queen is Dead (The Smiths)… bueno, son muchos, no los nombraré todos. Have One On Me definitivamente estaría ahí, entre los grandes, los memorables, porque si bien el álbum me cautivó desde el inicio, entre más lo escucho más me fascina. La música de Joanna es mágica, mística, seductora, épica; su barroquismo folky-pop-clásico jamás termina por saturar el oído, al contrario, lo dota de texturas y matices, de una profundidad lírica que difícilmente se encontrará en otro lado.

Esto es '81 en vivo:



Esto es Soft As Chalk (no había video para esta canción, sin embargo, lo importante es la canción en sí):

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Lo mejor... Charlotte Gainsbourg, IRM


3. Charlotte Gainsbourg, IRM

Por ahí del 2007, Charlotte Gainsbourg sufrió un derrame cerebral que la dejó como cliente frecuente de hospitales y MRIs. Durante el tiempo que pasó en esos claustrofóbicos, fríos y desesperantes túneles magnéticos, nació IRM (MRI pero en francés). En el álbum, Gainsbourg plasma los minutos, las sensaciones, incluso los sonidos: a través de varias canciones podemos escuchar los sonidos de la máquina acompañando la música, especialmente en la canción titulada “IRM”, curiosamente. El resultado de esta experiencia son poco más de 40 minutos de canciones pop con tintes electrónicos, en donde Beck no sólo produjo, sino colaboró con Gainsbourg en la creación y composición de las estas… y la verdad es que el dúo Beck-Charlotte es puro oro. Aunque esta no es la primera vez que Charlotte colabora con músicos/artistas heavy-weights, ya se ha codeado con personajes como Jarvis Cocker y Air, entre otros, quienes colaboraron con Gainsbourg en su anterior disco 5:55. Dicho álbum, el segundo de su carrera musical, es un disco más orgánico, no tan ambicioso, ni tan dinámico, en donde Charlotte se da el lujo de deambular en la ingenuidad de la vida y de las cosas. En IRM, la ingenuidad se pierde y el filo de Charlotte es más incisivo, más atrevido y más divertido. Ella es un artista que sabe lo que tiene y lo sabe manipular a su máximo; por ejemplo, no es poseedora de una gran voz, sin embargo sabe utilizarla y moldearla creando ambientes oníricos, etéreos en sus canciones, guiada y dirigida por Beck, sin lugar a dudas. Si antes era señalada por ser hija del gran Serge Gainsbourg (figura de idolatría y escándalo en Francia), Charlotte ha logrado sacudirse toda huella de la sombra de su padre y ha comenzado a hacerse un nombre por sí misma, tanto por el lado del, como de la música.

Aquí, como de costumbre, unos videitos:


"Heaven Can Wait"



"Time of the Assasins"

lunes, 20 de diciembre de 2010

Lo mejor... The Tallest Man on Earth, The Wild Hunt


4. The Tallest Man on Earth, The Wild Hunt

A veces siento que calificar un álbum como bello termina por adjuntarle un mote como de cursi, o rosa, y no quiero que ese sea el caso con The Wild Hunt, pero si hay algo que el álbum tiene es belleza. Es puro folk, en la tradición de Dylan acústico, incluso la voz de Kristian Matsson le da ese aire dylanesco, lo cual me llamó mucho la atención en un principio. Hay algo de refrescante u orgánico escuchar obras tan sencillas, sólo un hombre con su guitarra o un piano, como es el caso de “Kids On The Run”, la única canción en la cual Matsson deja de lado las cuerdas para imprimir un matiz diferente al ambiente que se va creando a través del disco, así como la carga emocional que va adquiriendo cada vez que se escucha, porque este es un disco imposible de escucharse sólo una vez. El folk es un género que a muchos les causa un poquito de ruido, paradójicamente, la verdad no sé por qué; será que lo sientan aburrido o lento para poder asimilar, sobre todo en el “ahora” en donde todo se consume con exagerada rapidez y ahí es en donde encuentro el valor de músicos (o artistas, mejor dicho) como Bob Dylan, Cat Stevens, The Tallest Man on Earth, Bon Iver, Sufjan Stevens o Joanna Newsom, etc., cuyas obras nos hablan, nos cuentan historias y terminan por tomar posesión de uno. Obras como The Wild Hunt, son de esas que quedarán para la posteridad; obras que dentro de 20/30 años seguirán manteniendo su importancia y su calidez, seguirán contándonos historias, las universales, las de nosotros mismos.



Esta es la canción "Love Is All", espero les guste y se enamoren del talento y el carisma de Matsson:





Lo mejor... Jeremy Messersmith, The Reluctant Graveyard


5. Jeremy Messersmith, The Reluctant Graveyard

The Reluctant Graveyard es parte de una trilogía en la obra musical de Messersmith, en la cual maneja el ciclo de la vida: el nacimiento, el desarrollo y la muerte, siendo éste último el hilo conductor, temático si se quiere, del álbum. La verdad es que esto es hacer notar lo obvio cuando se tiene un álbum que lleva por título el concepto de cementerio. Una alusión a la dificultad de la muerte o a la dificultad de la vida tan sólo para terminar en la muerte. Cualquiera que se quiera tomar. A pesar del lúgubre tema de la obra, el tono se mantiene ligero y dinámico, tomando la poeticidad del folk y la viveza del pop, terminando con la suave y melodiosa voz de Messersmith. Si uno juzgara de buenas a primeras la voz y la música, jamás se adivinaría la temática tan oscura que mantiene. Pero, como en la buena tradición mexicana, en donde el hombre se toma la muerte como un asunto lúdico, esta termina siendo una amiga más de la vida.

Aquí algo que escribí por ahí en el pasado inmediato sobre Messersmith y su álbum:

"A Boy, a Girl and a Graveyard", una bellísima canción:

Lo mejor... The Radio Dept., Clinging to a Scheme


6. The Radio Dept., Clinging To a Scheme

Recurrí mucho a este álbum durante el año a partir de que lo escuché; es un álbum que funciona como entero o por canciones mezcladas en un listado aleatorio. Lo primero que salta al oído es el dinamismo con el que se desenvuelve, como si fuera un personaje en alguna novela. El disco es una reivindicación al rock y a su poesía, como ejemplo de ello es el speech insertado en el intro de “Heaven’s On Fire”, extracto de una declaración por parte del vocalista de Sonic Youth, condenando el capitalismo y lo que este ha hecho para la música. El álbum es un recordatorio de la riqueza del rock y el pop, aquel propuesto por bandas como Joy Division, The Smiths o Jesus and Mary Chain. Clinging To a Scheme tiene todos los tintes, tonos y ambientes de la escena musical británica ochentera; es un álbum no sólo para escuchar, sino para asimilar y contemplar.



Aquí algo que escribí por ahí de julio:

Lo mejor... LCD Soundsystem, This Is Happening


7. LCD Soundsystem, This is Happening

Creo que cuando obtuve el álbum, se quedó ahí sentado nomás, virtualmente empolvándose durante un mes. Si me percataba que ya le tocaba el turno a LCD en la lista, le adelantaba a una banda diferente, a otro disco, etc. Realmente no tenía ganas siquiera de escuchar una canción. Admito que lo último que escuché de este proyecto fue “Daft Punk Is Playing at My House” y no pensé gran cosa de ello, así que el prejuicio se quedó. Hasta que por fin llegó el día en que le di oportunidad y caí en cuenta de mi muy grave error. Para empezar, cuando vi que tenían una canción titulada “Drunk Girls” lo catalogué como un álbum para fiestas y pedas, banal y ridículo. Para seguirle, lo creí otro plástico álbum de música electrónica más en el mundo, hasta que escuché “Home”, la canción con la cual cierra el disco; una canción para disfrutar el momento, el ahorita; una canción para olvidar lo pasado y dejar de buscarlo. Cuando la escuché dije “vaya” y terminé por devorarme el disco entero; disco de pocas canciones pero muy largas. This is Happening coquetea con una cantidad de ritmos y estilos que terminan por enriquecerlo y sacarlo del encasillamiento de “música para fiesta y se acabó”. Este fue un álbum que terminé disfrutando demasiado, es un álbum divertido, caótico y muy melódico. Es lo que yo llamaría mi mayor sorpresa del año. Y qué genial es toparse con este tipo de cosas, en donde uno juzga al libro por su apariencia y termina descubriendo algo completamente diferente.

Aquí, el video de "Home":


jueves, 16 de diciembre de 2010

Lo mejor... The Walkmen, Lisbon


8. The Walkmen, Lisbon

Para empezar es The Walkmen, una banda que ha logrado mantenerse al margen de la música comercial, o aquella que se le alimenta a las masas, procesada y masticada. El sonido es característico, uno no puede escuchar su música y no saber que son ellos; esa clase de familiaridad, de "hogar", de ambiente al cual conocemos y podemos regresar, no se compra. Así es que llega Lisbon, al menos, así llegó a mis oídos. Es un álbum muy cálido, armonioso y divertido.

Por ahí de septiembre escribí algo sobre este álbum... aquí les pego un extracto:

Mientras la oportunidad me vuelve a tocar a las puertas, The Walkmen me llega con Lisbon, lo más nuevo dentro de una obra discográfica que va creciendo a paso constante y seguro, y mientras lo escucho una y otra y otra vez, puedo decir, con absoluta seguridad, que han retornado a su lugar de origen, revisitando y rehabilitando ese sonido ya característico el cual corre como líquido medular. Sórdidas guitarras emulando algún tipo de Surf o Rock-a-billy. Ritmos de una complejidad bastante sencilla, acompañados por la aguda, y un tanto gangosa, voz de Hamilton Leithauser. Lisbon no es un álbum excelente y definitivamente no sobre pasa la grandeza de You & Me, no es un álbum tan violento y ruidoso como Bows + Arrows, y ya no cuenta con esa tierna ingenuidad de su debut, sin embargo, hay algo. Tiene un no sé qué, que qué se yo. Tiene, como he dicho, esa esencia que tanto nos gusta (a los fans) de The Walkmen. Tal vez sea que las canciones parecen ir fuera de tiempo o la crudeza de la composición. O simplemente es el mundo al que nos introduce, un mundo en donde se puede decir “déjame en paz… me vale madre todo”, un mundo en donde nos desquiciamos moviendo frenéticamente los pies al ritmo de cada canción, un mundo en donde es válido tocar air-drums o air-guitar. El mundo de los toquines, los bares, los cigarros, los converse y los entubados. Quizá quien no guste de esta banda, escuche Lisbon y sienta ganas de vomitar (porque se vale), quizá, incluso, habrá el fan que diga “esto es mierda”, pero por lo pronto, esta fan (o sea yo) está de lo más divertida moviendo frenéticamente la cabeza, tocando air-drums con el volumen a todo lo que da.

Y aquí, un videito... enjoy:



lunes, 13 de diciembre de 2010

Lo mejor... Shearwater, The Golden Archipelago


9. Shearwater, The Golden Archipelago

Solemnidad. Esa es la palabra con la cual definiría The Golden Archipelago. Este no es realmente un álbum al que haya regresado constantemente durante el año como lo hice con otros, sin embargo cuando lo hacía, era un verdadero viaje; no un viaje propiciado por alucinógenos, químicos o de otra clase, sino un viaje propiciado por la música. Ya sé, qué cursi, que infinitamente ridículo se escucha eso, pero de qué otra manera podría ponerlo. Shearwater es una de las pocas bandas que cargan con ese peso tonal solemne, en donde cada pieza en el álbum es una construcción pictórica, una edificación de imágenes perfectamente estructuradas con el sonido, la letra, la voz. No es solamente la música, sino el ambiente que le rodea a toda la obra. Por ejemplo, si juzgáramos al libro por la portada, ésta nos daría indicios de lo que estamos por escuchar. Hay una cierta apertura a las melodías que no provocan esa claustrofobia o hermetismo que en muchos géneros, en muchas bandas existen. Aquí hay lugar a la interpretación. Yo lo definiría como una oscilación entre el rock, con el lirismo del folk, la ligereza del pop y el ambiente de una balada. El hilo conductual del disco es el piano y la guitarra acústica; esta es una de las pocas ocasiones en donde la guitarra eléctrica queda relegada a los detalles y a un número muy limitado de canciones (tres). Es un disco un tanto difícil por la seriedad que conlleva y el viaje hacia las entrañas del propio ser que nos “obliga” a realizar, aunque de vez en cuando, es necesario. Un álbum como Golden Archipelago, nivela perfectamente la balanza de lo serio contra lo lúdico; oscilar entre ambas cosas nos mantiene cuerdos.


Mi canción favorita del álbum es "Black Eyes". Aquí un falso-video, nomás para que escuchen la canción:



jueves, 9 de diciembre de 2010

Lo mejor... Gorillaz, Plastic Beach

Es diciembre y ya comienzo a ver por todos lados los famosísimos "Top 10" de lo que quieran. Así que me aventuré a crear el mío. Aquí les va mi Top 10 de la música en este año, en cuanto a discos se refiere.


10. Plastic Beach, Gorillaz
Estuvo más que obvio, cuando el mundo se enteró de que habría un tercer álbum de Gorillaz, inmediatamente quedaría entre los favoritos de muchos. ¡Y claro! Imposible dejarlos relegados entre las tantas bandas mediocres que circulan y deambulan por aquí y por allá. Plastic Beach representa el regreso de Damon Albaran y sus múltiples alter ego; representa también una colaboración impresionante de músicos y artistas con Albaran. Ejemplo de ello lo tenemos con Lou Reed, por ejemplo, quien me sorprendió totalmente con "Some Kind of Nature", porque la canción es una chingonada y el duo Damon-Lou, no me lo habría imaginado nunca.

Demon Days impulsó a Gorillaz hacia el Olimpo y lo cimentó como una banda innovadora tras la cual muchos intentarían emular, simular, copiar, etc., en donde el estilo ya entraba un poco más de lleno al hip-hop sin dejar el rock, el pop y lo electrónico. Plastic Beach es otro capítulo muy diferente, en donde el hip-hop ya es la expresión primaria y el pop es el acompañante; aunque realmente encasillarlo en esto y aquello sería algo terrible de mi parte. El álbum presenta un eclecticismo delicioso, una orgía de géneros o sub-géneros, los cuales funcionan maravillosamente. El género (hip-hop) me es muy difícil de escuchar y casi no me gusta, sin embargo en este disco lo llena de vida, de armonías, de matices que es imposible no agarrarle cariño. Es la música, es la letra... Gorillaz siempre ha portado un estandarte de crítica y señalamiento hacia lo que no funciona, mata, divide, envenena y destruye. Simplemente el título es indicio de esto; alude a la farse vida consumista a la cual la sociedad se ha visto arrojada. La verdad es que no hay mejor manera de criticar que a través de la música, y no despojarla totalmente de la melodía. Plastic Beach es un todo en donde el todo comulga y nos invita a ello. Y dejando la seriedad a un lado, el disco es simplemente divertido.

Aquí les dejo mi canción favorita… o una de mis favoritas: "On Melancholy Hill"






(El #9 muy, muy pronto)

jueves, 2 de diciembre de 2010

Hoy ya no soy yo

‘Hoy ya no soy yo’
Gustavo Cerati

Adivino tu intención;
tienes ganas de subir a verme,
pero hoy ya no soy yo.
La otra noche te arrojé,
en un mar cubierto de lava ardiente,
pero hoy ya no soy yo.
Puede ser un accidente, nena,
pero hoy ya no soy yo.
Paso días normal (no me esperes… tengo ganas)
a veces, a veces, a veces…..
Adivino tu intención,
tengo ganas de saber quererte,
pero hoy ya no soy yo.


Yo no me considero fan de Cerati, no lo fui en el pasado y no lo he escuchado detenidamente como para considerarme ferviente admiradora. Admito haberlo descubierto muy, muy tarde en la vida, de lo cual me arrepiento tremendamente. Especialmente ahora, con la trágica situación en la que se encuentra el wonder-boy argentino… creo que ya nunca tendré la oportunidad de ver y escucharlo en vivo, ni de corear sus canciones, ni gritar, ni aplaudir hasta que el dolor de las palmas me obliguen a parar. Ni modo, tan sólo me queda el cerrar los ojos y viajar.

Esta noche, una amiga, Sodera de hueso colorado (ese adjetivo ella se lo puso y me encantó), me pasó Colores santos. “La de ‘Hoy ya no soy yo’ me intriga tanto”, comentó, e hizo que me creciera la duda: “quiero saber qué significa o de qué habla esa canción”. Me contó su teoría y la duda se infló aun más. La consecuencia de semejante acción de su parte (ya verás Sister), fue escuchar una y otra y otra y otra y otra vez esa pieza. Intenté recordar mis clases de poética, de métrica y de retórica para lograr desentrañar sus misterios, aunque el teflón con el que empaquetaron mi cerebro funciona tan bien que la gran mayoría de las veces no recuerdo nada. Sin embargo le hice el intento, a ver si eso de la interpretación se me da.

Como canta-autor, Cerati está cabrón. Creo que son pocos los músicos cuyo alcance y profundidad letrística, dotan de relevancia, coherencia, cohesión, verdad, honestidad y sentimiento a una canción. No es tanto lo que digan, sino cómo lo dicen, y por otro lado, no es tanto cómo lo dicen, sino lo que dicen; la verdad es que no entraré en debate sobre la forma o el contenido. A veces una canción dice tanto sin decir nada, a veces es lo contrario.

‘Hoy ya no soy yo’, parece ser una pugna interna del “yo” poético que habla en la canción. Sucede que al leer una novela, quien nos guía en la historia no es necesaria, ni obligatoriamente el autor; el narrador muchas veces funciona de manera independiente y se separa de la figura creadora, autoritaria… se separa de dios, como diría Vargas-Llosa. Lo mismo sucede en las canciones… a veces quien nos canta no es el músico, sino ese ente viviente que aparece como alter ego del músico, vocalista, intérprete, o como lo quieran llamar. Escuchen canciones de The Decemberists, sobre todo un álbum como Hazards of Love y se darán cuenta de que, quien interpreta las canciones es meramente una vía a través de la cual escuchamos la voz poética narrándonos una historia. Pero bueno, fin del paréntesis, volvamos con Cerati.

Repito que, sobre Gustavo conozco muy poco; conozco sus canciones (no todas), algunos de sus discos y muy poco sobre su historia personal, mas lo poco o mediano que he escuchado y visto, lo tengo bien grabado. Sé lo que su música me provoca y las imágenes que me evocan; esa pequeña porción, cada vez que la escucho me lleva a lugares y termina por formar parte de mi “yo” que vive eternamente alucinado. Tal es el caso de ‘Hoy ya no soy yo’, en donde la voz que nos canta le confiesa a alguien (ella, quien quiera que sea), sobre su ser dudoso y malvado; un ser que causó un mal terrible y no asume la culpa de ello: Tienes ganas de subir a verme, pero hoy ya no soy yo. La otra noche te arrojé, en un mar cubierto de lava ardiente, pero hoy ya no soy yo. Puede ser un accidente nena, pero hoy ya no soy yo. La canción forma imágenes que se oponen unas a otras, así como también se opone el “yo” contra él mismo: tengo ganas de saber quererte, pero hoy ya no soy yo. Es el deseo y el “qué me importa” luchando al mismo tiempo. No solamente se refleja en la letra, sino en la música y el arreglo, en donde una cálida guitarra acústica nos da la bienvenida, con unos tímidos riffs de guitarra eléctrica que se asoman esporádicamente, hasta que los papeles se invierten y nos envuelven los desgarrantes rasgueos de aquella que en un inicio se escondía bajo el sonido de la acústica.

Sonidos de desengaño, de culpabilidad y un juego de pasiones insaciable, en donde la incertidumbre y la violencia del sentir sublime que el “Yo” desprende o evoca es la fuerza tentadora e intrigante que guía a la confesión para tal vez recibir el perdón. ¿Será?