3. Charlotte Gainsbourg, IRM
Por ahí del 2007, Charlotte Gainsbourg sufrió un derrame cerebral que la dejó como cliente frecuente de hospitales y MRIs. Durante el tiempo que pasó en esos claustrofóbicos, fríos y desesperantes túneles magnéticos, nació IRM (MRI pero en francés). En el álbum, Gainsbourg plasma los minutos, las sensaciones, incluso los sonidos: a través de varias canciones podemos escuchar los sonidos de la máquina acompañando la música, especialmente en la canción titulada “IRM”, curiosamente. El resultado de esta experiencia son poco más de 40 minutos de canciones pop con tintes electrónicos, en donde Beck no sólo produjo, sino colaboró con Gainsbourg en la creación y composición de las estas… y la verdad es que el dúo Beck-Charlotte es puro oro. Aunque esta no es la primera vez que Charlotte colabora con músicos/artistas heavy-weights, ya se ha codeado con personajes como Jarvis Cocker y Air, entre otros, quienes colaboraron con Gainsbourg en su anterior disco 5:55. Dicho álbum, el segundo de su carrera musical, es un disco más orgánico, no tan ambicioso, ni tan dinámico, en donde Charlotte se da el lujo de deambular en la ingenuidad de la vida y de las cosas. En IRM, la ingenuidad se pierde y el filo de Charlotte es más incisivo, más atrevido y más divertido. Ella es un artista que sabe lo que tiene y lo sabe manipular a su máximo; por ejemplo, no es poseedora de una gran voz, sin embargo sabe utilizarla y moldearla creando ambientes oníricos, etéreos en sus canciones, guiada y dirigida por Beck, sin lugar a dudas. Si antes era señalada por ser hija del gran Serge Gainsbourg (figura de idolatría y escándalo en Francia), Charlotte ha logrado sacudirse toda huella de la sombra de su padre y ha comenzado a hacerse un nombre por sí misma, tanto por el lado del, como de la música.
Por ahí del 2007, Charlotte Gainsbourg sufrió un derrame cerebral que la dejó como cliente frecuente de hospitales y MRIs. Durante el tiempo que pasó en esos claustrofóbicos, fríos y desesperantes túneles magnéticos, nació IRM (MRI pero en francés). En el álbum, Gainsbourg plasma los minutos, las sensaciones, incluso los sonidos: a través de varias canciones podemos escuchar los sonidos de la máquina acompañando la música, especialmente en la canción titulada “IRM”, curiosamente. El resultado de esta experiencia son poco más de 40 minutos de canciones pop con tintes electrónicos, en donde Beck no sólo produjo, sino colaboró con Gainsbourg en la creación y composición de las estas… y la verdad es que el dúo Beck-Charlotte es puro oro. Aunque esta no es la primera vez que Charlotte colabora con músicos/artistas heavy-weights, ya se ha codeado con personajes como Jarvis Cocker y Air, entre otros, quienes colaboraron con Gainsbourg en su anterior disco 5:55. Dicho álbum, el segundo de su carrera musical, es un disco más orgánico, no tan ambicioso, ni tan dinámico, en donde Charlotte se da el lujo de deambular en la ingenuidad de la vida y de las cosas. En IRM, la ingenuidad se pierde y el filo de Charlotte es más incisivo, más atrevido y más divertido. Ella es un artista que sabe lo que tiene y lo sabe manipular a su máximo; por ejemplo, no es poseedora de una gran voz, sin embargo sabe utilizarla y moldearla creando ambientes oníricos, etéreos en sus canciones, guiada y dirigida por Beck, sin lugar a dudas. Si antes era señalada por ser hija del gran Serge Gainsbourg (figura de idolatría y escándalo en Francia), Charlotte ha logrado sacudirse toda huella de la sombra de su padre y ha comenzado a hacerse un nombre por sí misma, tanto por el lado del, como de la música.
Aquí, como de costumbre, unos videitos:
"Heaven Can Wait"
"Time of the Assasins"
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