sábado, 7 de febrero de 2009

Sábado por la noche.

He tenido una epifanía, una revelación. ¡Oh grandiosa luz divina que has mostrado tu esplendoroso haz en mi mente creativa! Me he dado de topes contra la pared y ahora, con una cabeza sangrante y un chichón escarlata caigo en cuenta del gran hoyo al que he llegado a caer y tan sólo espero no escarbar hasta el fondo, si es que fondo hay. Primero que me ahogue en arena que encontrar aquel fin.
Ahora me pregunto yo, ¿cuál es el verdadero fin de la existencia de los blogs? Existen para tristes personas como uno que no encuentra mejor cosa que hacer mas que escribir palabras sin sentido. Largas y largas oraciones y enunciados, frases y sandeces y, aceptémoslo, una gran infinidad de cosas que nadie entenderá (o muy pocos). En un mundo que cada vez decrece y contiene menos sentido en él; en donde las fronteras físicas desaparecieron con la invención del internet y ahora podemos ir y venir a nuestro antojo. Tal vez conocer la historia de una mítica ciudad perdida en el mediterráneo; tal vez aprender un idioma nuevo; tal vez conocer a esa persona en el polo opuesto del globo terráqueo; tal vez hackear alguna base de datos de gran importancia; tal vez sólo conformarse con ver pornografía, total. Pero qué pasa cuando uno abre los ojos y entiende la grandeza de algo tan común, esto es que nos hemos topado con una magnífica manera de obtener una voz en un mundo globalizado. ¿Cómo es que desperdiciamos la oportunidad de decir lo que pensamos? ¿Cómo es que hacemos a un lado nuestro sentido común? ¿Cómo es que no podemos obtener más cultura y compartirla? ¿Cómo es que no aprendemos?
Vaya, me he perdido entre tanta palabrería y aún más en todo lo que pienso. Si pudiese transmitir mis ideas a la velocidad que las pienso, pero entre mi cerebro y mis dedos se crea un corto; simplemente no escribo tan rápido. Así que pido disculpas si tal vez esto no salió como debería. Quizás deba de permanecer un par de horas escribiendo, leyendo y reescribiendo. Pero a veces siento que no tengo el tiempo necesario para decir las cosas que quiero. Creo que nunca nadie tendremos el tiempo que necesitamos para hacer las cosas que queremos.
Y así como llegan las ideas de entre un tempestuoso mar, son las mismas olas que las vuelven a jalar y desaparecen ya. Por ahora diré buenas noches y me dedicaré a conversar conmigo misma, así que...
... ¡buenas noches!

1 comentario:

Roxy dijo...

pues si mi rana.... muy filosofico.. aun asi teneis razon querida... que haceis en un sabado por la noche en casa?? jaja
te amooo