domingo, 4 de diciembre de 2011

Domingo

Algo tiene de especial el domingo. Se siente un día diferente a los demás; un día que no pertenece a los rutinarios lunes, martes, miércoles, jueves y viernes. Tampoco pertenece al respiro que proporcionan los viernes y los sábados, por lo que termina siendo un día aparte de los demás. Un día sin clasificación. Un día sin eventualidades, sin acontecimientos excitantes; un día que no tiene nada de rutinario, pero que dentro de sí parece vivir siempre el mismo itinerario. Es lento, largo, ocioso, tedioso en la mayoría de sus turnos, sobre todo en días fríos y mojados como este en el casi-invierno. "Pensé que era domingo y me fastidió: no me gusta el domingo [...] En la calle sólo quedaban los tenderos y los gatos..." dice Camus a través de Mersault durante prácticamente todo el capítulo II del Extranjero de Camus, el cual se extiende por hojas sobre cómo Mersault odia los domingos y prácticamente no hace nada más que ver a la gente por la ventana y fumar cigarrillos. Mientras el domingo transcurre hacia su trágico final... me doy cuenta de que ya no sé ni qué escribir, por lo que esta entrada de blog, sin gran finalidad y total falta de sentido alguno, agoniza de igual manera y llega hacia un austero final sin gran elaboración de frases. Justo así.

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