jueves, 22 de septiembre de 2011

(chueco)

Vámonos chueco, desde que cuelgo la camisa en un techo desigual. Los ganchos no enganchan y los hilos no hilan... las ideas quedan sueltas, por ahí, en el aire, mezclándose con el oxígeno, con el carbono; contaminándolo todo, todo aquello que puro alguna vez fue, y ahora, en esa invisible nube de negruzco vapor colgamos todo, nos colgamos todos, como en un principio quedó colgada aquella camisa... una camisa, colgada de un techo torcido, empañando el ambiente del color tan brillante que alguna vez tuvo.

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