domingo, 3 de julio de 2011

Cosas del verano #2: leyendo a Rabelais

Good Sunday my lovely bloggers! Entro por el dolor de separación que el no tener acceso a internet me causa; entro porque extraño este mundo, porque extraño teclear y ver cómo aparecen las cosas que tecleo sobre el blog. Entro nomás porque quiero... y también, en vista de que esta vez que entro no tengo nada interesante que decir (o qué pensar), les comparto un poco de lo que estoy leyendo en la página 109 de Gargantúa y Pantagruel de Francois Rabelais... un clásico que jamás había leído hasta apenas ahora y el cual me está gustando... al menos no paro de reír. Espero que con esto les pique un poco la espina y les entre ganas de leerlo, si es que, como yo, tampoco lo habían hecho.



"... y trascoladas cerca de los nervios ópticos, en lo que estaban representados Demócrito heraclitizando y Heráclito democritizando.

Cuando se hubieron calmado las risas, Gargantúa consultó con sus gentes sobre lo que convenía hacer. Ponócrates opinó que se hiciera beber otra vez al elocuente orador y que, en vista de que les había dado tanto solaz y hecho reír más de lo que habría podido hacerles reír Songecreux, le entregaran los diez palmos de salchichas mencionados en la jocosa arenga, junto con un par de calzas, trescientos leños para el hogar, veinticinco moyos de vino, un lecho con tres colchones de pluma de ánsar y una escudilla muy honda, cosas que él decía necesarias para su vejez.

Todo fue hecho tal como había sido acordado, sólo que Gargantúa, dudande de si se encontrarían en aquel momento calzas cómodas para sus piernas, y preguntándose también de qué forma le sentaría mejor al orador, si a la martingala, que tienen un puente levadizo sobre el culo, para poder defecar cómodamente, o a la marinera, para mejor abrigar los riñones, o a la moda suiza, con muchos adornos para llevar caliente el trasero o en forma de cola de bacalao, por si tenía miedo de calentar la región renal, hizo que le dieran siete varas de paño negro y tres de la na blanca para forros. La leña fue llevada po rlos ganapanes; los doctores en artes llevaron las salchichas y las escudillas. Maese Janoto quiso llevar el paño.

Uno de dichos profesores, llamado maese José Baudouille, le demostró que eso no era decoroso ni conveniente para el estado teologal, y que era mejor que lo entregara a alguno de ellos.

-¡Ah -exclamó Janoto-, grandísimo borrico!, no concluyes in modo et figura. He aquí para qué sirven las proposiciones de Parva logicalia. Pannus pro quo supponit?

-Confuse -respondió Baudouille- et distributive.

-No te pregunto, asno -replicó Janoto-, quo modo supponit, sino pro quo. Es decir, asno, pro tibis meis, y por eso lo llevaré egomet, sicut suppositum portat adpositium."

(Fin de la página 109).



Esta suma pues una más de mis lecturas de verano y ha resultado ser una muy buena, entretenida y educativa. Y entre esta lectura también me saborié El banquete de Platón como side-dish.

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