Ayer fue noche de películas raras, muy raras, y muy buenas para esto; la primera de ellas una increíble creación por parte de Charlie Kaufman (escrita y dirigida por él mismo), Synecdoche New York (o Nueva York en escena, 2008). La segunda, una oda a la bellísima Anna Karina por parte de Jean-Luc Godard, y segunda producción fílmica dentro de esa enorme fuerza cinematográfica (y mi enorme obsesión) que fue y sigue siendo la Nueva Ola Francesa, Une Femme est Une Femme (A Woman is a Woman, 1961), contando también con la siempre maravillosa participación de Jean Paul Belmondo. Pero esa ya vendrá después.
Recuerdo haber visto Being John Malkovich hace muuuuuuuuuuuuuuuucho tiempo. Muchísimo. No contaba ni siquiera con los 15 años. Y recuerdo que salí del cine con dolor de cabeza, sin poder entender por qué habíamos entrado a ver esa película tan rara, tan incoherente y, pues rara, sobre alguien que descubre un portal que conduce a la mente del celebrado actor John Malkovich. Claro, qué va a saber de cine una enana mocosa de secundaria que apenas está probando sus primeras pinceladas con el cine "alternativo"... vaya, el no comercial. En fin. Tiempo, mucho tiempo después, osease, ayer fui iluminada, al terminar de ver la última obra de Kaufman. Tan dichosa fui al ser iniciada en ese tipo de cine y ni cuenta.
Synecdoche New York es un peliculón increíble. Es una maldita clase de retórica. Es una película que no sé ni cómo explicar, pues es complicada, densa y difícil; una película que requiere de absolutamente toda, pero toda, nuestra atención y toda nuestra capacidad de digerir, captar, analizar, interpretar y todo lo de más que termine en infinitivo que se les ocurra. La verdad que está cabrona.
Caden Cotard (Phillip Seymour Hoffman) es un hombre de familia y director de teatro que se encuentra en los últimos toques de su más reciente producción teatral (un refrito de una obra de Arthur Miller), y un pedazo de mediocridad según su esposa Adele (Catherine Keener). Su esposa es ya una establecida pintora, que abandona a Caden y se lleva a su hija Olive, junto con María (Jennifer Jason Leigh), su amiga/amante, hasta Berlín. Tras este fuerte golpe a la moral del ya inseguro Caden, este se propone en realizar la mejor y más original obra de teatro jamás puesta en escena, una que muestre la brutal honestidad de la vida en su máximo esplendor. Tras ganar el prestigiado McArthur genius grant, y una brutal suma de dinero jamás especificada, Caden da inicio con su más ambiciosa creación, un especie de gran teatro del mundo, solamente que el mundo es Nueva York y el gran teatro gira alrededor de la solitaria y depresiva vida de Caden. Aquí es donde el asunto se torna difícil para explicar. Como Caden está representando de la manera más honesta la historia de su vida, él va contratando actores para que intepreten los papeles de él mismo (Caden), su esposa Adele, su segunda esposa Claire, su asistente Hazel, etc., etc., etc. Y como estos actores contratados deben actuar exactamente igual a lo que es la vida de los verdaderos personajes, pronto los actores se convertirán en el director, asistente, y así sucesivamente, terminando finalmente en un increíble caos de doppelgängers distribuidos por la monstruosidad de teatro. Es un aspecto muy importante de la película y muy difícil de explicar, algo que deben de ver para creer (y entender). De hecho, esta parte me recuerda al video de Bachelorette de Björk... el metateatro.
Desde el inicio, hasta el final, la película está plagada de imágenes o situaciones que a uno lo introducen en el más profundo debate interior sobre lo que es la vida y lo que uno hace para realmente vivirla, y según va transcurriendo la película, esos mismos debates personales van evolucionando junto con el humor de la historia, que pronto termina por oscurecer e incluso deprimir. Esto hace que la película sea mayormente excepcional, pues cumple con absolutamente todos los objetivos, siendo el principal poder conectar con una audiencia y transmitir lo que hay por transmitir.
Charlie Kaufman escribe historias particularmente originales, únicas y super fumadas. Historias fantásticas, utópicas que curiosamente siempre hablan sobre los aspectos más vulnerables del hombre. Los sueños que se quedaron sin ser realizados, los errores que todos desearíamos borrar, la realización de todos esos "y si hubiera hecho esto", etc. Synecdoche enrola todos estos aspectos que Kaufman ya había repartido en sus historias anteriores, pero esta vez lo convierte en un denso y enfermizo universo de tintes surrealistas, bizarros y grotescos en veces. A diferencia del resto de aquellas historias escritas por Kaufman, ninguna de ellas fue dirigida por él hasta ahorita, y la verdad es que brilla como director. No necesita de la mano de genios como Jonze o Gondry para darle el soplo de vida a sus películas.
Es una muy buena película y si se animan a verla, les advierto que es difícil de ver y les demandará su total atención, pero lo vale mucho la pena. Si son amantes de estar observando e interpretando signos, símbolos, imágenes y los por qués de las cosas, esta película lo tiene de a montones.