viernes, 27 de noviembre de 2009

¡My brain hurts... my brain in my head!

Pues bien, TGIF, ¿no? Y mejor aún, que quienes sufrían de migrañas, temblores, sudores, insomnios y colapsos nerviosos por el trabajo, los finales, los exámenes o lo que quieran, ya podrán ir respirando tranquilos, durmiendo mejor, saboreando comida después de días de ayuno, etc., etc., etc. He aquí, en vista de los días más relajados que se avecinan, un doctor que les puede ayudar con ese malestar psicológico-mental, nomás para que se empiecen a relajar. Si esto no funciona, el alcohol sería mi segunda opción. En fin.

Los dejo con Mr. Gumby o los Mr. Gumbies, mi personaje favorito creado por los magnánimos Python (Monty Python eso es). ¡Feliz viernes!


sábado, 21 de noviembre de 2009

Algo sobre el cigarro

Les comparto un pequeño "algo" para todos aquellos amantes de un buen cigarrillo. Para aquellos que buscan un excusa durante cualquier momento del día para encenderlo, y para quienes no necesitan de excusa alguna. Para todos aquellos que se inspiran con la dulce exhalación del grisáceo humo o para quienes su única y sola inspiración es el simple acto de comunicar su ardor. Para quienes la lectura de un buen libro no es nada sin la siempre comprensiva y silenciosa aspiración del tabaco encendido y para quienes simplemente se lo fuman frente al televisor.

Dicho por Molière de otra manera:
Por más que digan Aristóteles y toda la filosofía, no hay cosa como el tabaco. Es la pasión de la gente principal, y no merece vivir quien vive sin él. No sólo alegra y purga el cerebro, sino que instruye el alma en la virtud, y gracias al tabaco puede cualquier hombre llegar a ser discreto [...] hasta tal punto es cierto que el tabaco despierta en quien lo toma el sentido de lo honorable y lo virtuoso.
Felices momentos les deseo a todos, mientras osan gozar de la delicia de un buen cigarrillo en momentos de éxtasis mental. Por lo pronto, a su salud iré a disfrutar de uno.

jueves, 12 de noviembre de 2009

The Reader, o ¿qué vino primero, el libro o la película?

Lo he dicho, lo digo y lo seguiré diciendo: el libro siempre es mejor que la película, una verdad incuestionable y absoluta en mi propia opinión personal. Y ¿de qué hablo?, se preguntarán ustedes, pues del libro y la película de El lector. Aunque la película tuvo la detestable traducción de Una pasión secreta por estos lugares, como para llamar la atención de los fans teveinoveleros de Televisa. Pero bueno, para evitar enredos y malos engendros, me dirigiré a la historia como The Reader, tanto para la película como para el libro.

Primero, el libro.

La novela The Reader fue escrita por el alemán Bernhard Schlink, un autor que va directamente al grano, lo cual me sorprendió y me agradó bastante. En verdad que esperaba algo más descriptivo, algo que le diera vueltas y vueltas y vueltas y vueltas y vueltas –así como yo- al asunto. Llámenlo como quieran llamarlo, tal vez un artilugio para quitar el mecanismo automático que tenemos muchas veces los lectores, ese de seguir una lectura como si fuese una canción de cuna que nos arrulla y nos hace piojito en la cabeza hasta que nos dormimos, pero el hecho de que la voz narrativa, desde que inicia su recuento de la historia hasta que termina, nos tome de la mano, de la cabeza, de la oreja o de la parte más escondida de nuestra razón y nos guíe por todos los pasillos creados por su imaginación, es completamente admirable, e inteligente, pues esta fue la razón que me impidió cerrar el libro, y que cuando en efecto debía ya cerrarlo porque era hora de ir a la meme y los ojos lloraban de cansancio, no podía esperar para continuar con la historia.

Para estos momentos creo que la temática ya está más que conocida. Michael, un muchachito de 15 años, conoce a Hanna, una enigmática mujer de 36. Ambos inician una relación amorosa, basada en sexo, duchas y lecturas. A Hanna le gusta que le lean, y a Michael le gusta complacer a Hanna en todo cuanto le pide. Pero Michael desconoce la razón de que Hanna le pida que le lea. Un día, Hanna desaparece, y un desconcertado Michael crece con la inmensa duda en lo más profundo y oscuro de su ser, hasta que por fin, algunos años después cuando él ya se encuentra estudiando la carrera de derecho, vuelve a ver a Hanna. Como parte de un seminario jurídico, Michael debe asistir al juicio en contra de un grupo de ex guardias de la S. S., encargadas de cuidar a las mujeres en los campos de concentración, quienes, durante un bombardeo, dejaron morir a 300 prisioneras mientras una iglesia se desplomaba en llamas sobre ellas. Entre las acusadas se encuentra Hanna. Durante el juicio, Michael descubre aquel misterio que siempre rondaba alrededor de Hanna, aquel secreto que encubría con tanto celo. Ella era analfabeta. Esto, por supuesto, será lo que ponga en conflicto a Hanna, lo que obstruya su camino hacia la libertad y lo que haga de Michael un gran e infinito nido de culpa e incertidumbre.

The Reader es una novela que engancha, encanta, que rompe el corazón y que le levanta el alma a uno. Es una de esas novelas que inspira a leer más y a conocer más, que vamos, ¿a quién no le gusta que le cuenten una historia que no conocía? ¿A quién no le gusta descubrir un libro que terminará por marcar un momento en la vida o, incluso, definir más su persona? Vaya, que así como me imagino a Hanna, al presenciar las historias, al convertirse en parte de ellas, al sentir cómo su espíritu se infla con cada palabra, así me siento yo cuando abro un libro, y obvio, lo leo.

Segundo, la película.

Estelarizada por Kate Winslet y Ralph Fiennes, pues la película sigue esa misma temática que ya burdamente les platiqué algunos párrafos arriba. La adaptación es buena y trata de mantenerse fiel a la novela; pero los momentos que tanto se disfrutan en la lectura, aquellos detalles que con cada letra que absorbemos al leer se pueden hasta saborear, en la película se pasan por alto. Dirán, “son detalles, ¿y qué?”. Pero los detalles luego son los que más revelan; son los detalles los que llaman la atención, los que nos hacen voltear. Son los detalles los responsables de las imágenes más bellas, de las más poéticas. Son estos detalles los que nos hacen disfrutar de un buen libro, de una buena película. Detalles que en ningún otro lugar encontraremos. Y son estos detalles que, cuando los llegamos a detectar, nos dan un increíble sentido de satisfacción.

Las actuaciones son buenas, pero hasta ahí. No son extraordinarias como muchos nos hicieron creer -el Oscar que recibió la Kate yo digo que se lo dieron porque ya se lo debían, no tanto porque se lo mereciera-; la fotografía es muy buena, los encuadres, la iluminación, y el ver plasmados en pantalla aquellos momentos que en la lectura me llenaron de emoción, como las lecturas de Michael hacia Hanna, los audiobooks improvisados que le enviaba a prisión y Hanna aprendiendo a leer. Sí, tuvo sus buenos momentos, pero la película en sí dejó mucho que desear. El tiempo en el que la acción se desarrolla es lento (muy lento) y tedioso. El score de la película distrae, aturde y molesta. Incluso el personaje de Michael termina por enfadar. Aquella omisión de detalles me desagradó, alguien por ahí debe aprender que a veces el silencio dice más. Y una lista de cositas, tal vez exageradas, tal vez razonables, que en conjunto evitaron que disfrutara de la película como disfruté de la novela.

Lo que aquí, mis queridos hermanos ciberblogeros les queiro decir es que: lean primero, vean después. O vean primero, lean después, como quieran. El orden de los factores no altera el producto, aunque en el aspecto literario/cinematográfico, tal vez no aplique. Así que, no sé, queda a su propio criterio personal. Si por ahí se encuentran el libro, no lo dejen pasar, y si lo leen, regresen y cuéntenme si les ha gustado.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Bowie said it... "pressure, kicking down on me"

Chipping around kick my brains on the floor
These are the days
It never rains but it pours

This is how three weeks of finals feel like... or will feel like: no sleeping, exceeded coffee drinking and cigarette smoking (not the other kind of smoking). There go our nerves. There goes sanity. There goes logic.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Le dicen el desorientado

En honor al Día de muertos -aunque se me haya pasado de noche- les dejo a un muertito que perdió el mapa al salir del túnel. Ahora no sabe cómo llegar a su tumba pa' llenar la panza de ricos frijoles y chilaquiles, y de paso tal vez fumarse de nuevo sus cigarros favoritos o probar un sorbo de tequila añejo.

(Dibujo hecho por moi, así que no se lo roben, porque si no
el muertito les jalará los pies en la noche
)

The Spinning Top


Damon Albaran unió sus fuerzas con increíbles músicos para crear dos bandas magníficamente excelentes, una vez concluido el tiempo de vida de Blur: Gorillaz y The Good, The Bad and The Queen. Graham Coxon, por su lado, obedeció aquel conocido proverbio que dice “Más vale solo que mal acompañado”, y aclaro, mal acompañado jamás ha estado. Pero en verdad que solo ha brillado con semejante y tremenda fuerza, que aquel proverbio pudo haber sido cierto, muy cierto.

The Spinning Top es un disco que ya tiene rato dando vueltas por todos lados. ¿Que cuándo salió? No recuerdo, pero desde entonces, desde que me apresuré a bajarlo, desde que me lo devoré durante el desayuno, durante la comida y durante la cena, y aún más allá de aquellas tres comidas, desde ese entonces he querido escribir algo al respecto. Esta semi fría noche, mientras degusto un líquido gaseoso para complacer una mundana sensación de sed, vuelvo a escuchar el excelentísimo álbum de Graham Coxon y lo siento como la primera vez.

Según lo que dicen, la primera impresión es lo que cuenta y en dicho caso es totalmente verdadero. Coxon dejó un poco de lado aquellas estrambóticas, electrizantes y ruidosas guitarras eléctricas para reencontrarse con el viejo pedazo de guitarra acústica para soplar e inyectarle a sus tan poéticas letras un folk completamente original y cautivante, cimentándose nuevamente como uno de los mejores guitarristas de su generación. Prueba de esto es la canción “In The Morning”, en donde muestra y demuestra que está en su puritito elemento. Yo, siendo una melómana siempre obediente, opto por escuchar esta canción durante las mañanas, no todas, pero sí muchas. Simplemente pone de buenas. Si la aurora despidiera sonidos, sería imitando aquellos producidos por la guitarra de Coxon.

Una vez sumergidos en su tan orgánico sonido acústico por el cual nos conduce desde el inicio del disco, la añoranza por el sonido crudo y eléctrico de la guitarra coxiana comienza a hacer mella en uno, y en ese preciso momento, “Dead Bees” da inicio. Aunque mejor ejemplo de ello sería justo a la mitad de “Caspian See”. Pero bueno, suficiente de canciones, digo, no se vale que les arruine la magia del álbum que se produce una vez que se escucha. Estas humildes opiniones jamás podrán hacerle justicia a tan bellísimo compilado del ex guitarrista de Blur.

Hablando de chilaquiles con queso, aún tengo mis esperanzas puestas en que el re-encontronazo entre Damon y Graham resulte en un nuevo álbum del siempre magnífico cuarteto de Essex. De aquí a ese entonces, me encargaré de escuchar, obtener y obsesionarme con la discografía enterita de Blur.

Grace/Wasteland


Recuerdo escuchar alocadamente y con una sonrisa en la boca la voz de Pete Doherty con su ya extinto grupo The Libertines. Aquel sonido punk, nacido de bandas como Sex Pistols y The Clash me atraía enormemente, me llamaba como cualquier tentación a la que hay que correrle para el sentido contrario… pero como cualquier buena tentación, cedí.

Aquel gusto por The Libertines me hizo seguir, no tan cercanamente, la carrera de Pete, que ahora corre bajo el nombre de Peter. Y fue así como di con su primer álbum de solista Grace/Wasteland –el cual salió desde enero pero desidia, trabajo y mera distracción evitaron que dijera algo al respecto-. Así que, mientras veía el porcentaje de lo que iba bajando, imaginaba lo que constituiría el disco: un sonido crudo, fuerte, melodioso, acompañado de ácidas letras y la tan icónica voz de Doherty. Mi emoción se vio acrecentada aún más cuando por ahí navegando los infinitos portales de internet, me encuentro con que nada más y nada menos que quien funge como guitarrista del álbum es el mismísimo Graham Coxon. Ooh La La! Oh, mon Dieu! bien diría cualquier francesito.

Y sí, omaigod fue lo mismo que dije al escuchar el disco. No era nada, absolutamente nada de lo que imaginaba. Doherty había renunciado a aquella imagen de chico malo (musicalmente hablando) para convertirse en todo un poeta, hecho y derecho, tan lleno de claroscuros como cualquier poeta barroco de aquellos ayeres. Cada canción respira un bellísimo aire de melancolía, acompañado por la discreta, pero soberbia, guitarra de Coxon.

A lo largo de 43 minutos de melódica gloria, Doherty se encarga de mostrar un abanico de ritmos y sonidos para galantemente acompañar cada verso entonado. Desde un rockabilly muy a la country, o tal vez un piano jazzero, o quizá un estupendo sincopado, incluso las más torcidas y deliciosas baladas. Ejemplo de esto último sería la canción “Sheepskin Tearaway”. /She opened her heart to tear away, sheepskin tearaway, all covered in scars and heroin/. La canción parece asemejar el doloroso fantasma del pasado reflejándose en el espejo, los recuerdos de todo aquello que le han marcado por siempre.

He amado absolutamente todo sobre este álbum, como bien podrán darse cuenta. Incluso el arte del disco es magnífico, todo color, todo caos y confusión, todo una hermosa y bella oscuridad. Peter Doherty es así, la perfecta personificación del artista: multifacético, prodigio, incomprendido, perdido del “buen camino” y profundamente sensible.

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Eleanor Rigby (3)



Revolver de los Beatles ha estado revolviéndose entre las bocinas de mi carro, presumiendo su nuevo sonido remasterizado, que para cualquier hardcore fan del legendario cuarteto de Liverpool, es suficiente para dejarle sin aliento mientras contempla el nítido sonido de cada nota, cada acorde y cada instrumento. Se escucha todo, absolutamente todo; se escucha como nunca se había escuchado. Se escucha como George Martin lo debió de haber escuchado mientras aquellos cuatro hacían lo suyo al iniciar una sesión de grabación. Escuchar la sinfónica Beatleniana en un sonido envolvente es verdaderamente mágico. Un high natural. Nada de hongos alucinógenos o hierbas aromatizantes para mí, la música es la única droga que necesito para verme sumergida en mundos ajenos, fantásticos, idealizados –más aún cuando voy manejando, así que si me ven por ahí, aguas-.


Y bueno, obviamente, Eleanor Rigby es la que se merece todo el volumen posible. Aquel entramado de armonías de cello es hipnotizante, pero bueno, qué les vengo a decir yo. Ya sabrán de que hablo. En honor a esta tercera edición de Eleanor Rigby -que por alguna razón así le llamo a este tipo de entradas en que a veces escribo algo interesante, pero generalmente no-, les presento, nada más y nada menos que... pues Eleanor Rigby del álbum Revolver.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Se borró...

Qué horror, me he deprimido terriblemente. Habí aescrito un blog sobre mi Top 5 de películas de terror y la maldita cosa desapareció totalmente. No me queda otra cosa mas que maldecir a los dioses blogeros por no haber salvado mi escrito. En fin, ya ni llorar es bueno, los dejo, voy a lavar ropa con ira y coraje.
Practicamente mencionaba cosillas insignificantes sobre las cinco películas que, en mi opinión, se merecen los laureles:
5. Dawn of The Dead de George Romero
4. The Blair Witch Project
3. REC
2. The Omen de Richard Donner
1. The Exorcist