viernes, 9 de enero de 2009

Lo que debemos de temer

Estoy por terminar un excelente libro llamado La noche de Tlatelolco por Elena Poniatowska y por su título espero que sepan de lo que trata, si no, son unos completos ignorantes y definitivamente necesitan un curso de historia. En fin, a escasas páginas del punto final, tuve que detenerme y pensar un poco -y pasar el malestar que me provocó todo aquello.
Genocidio es una palabra que me viene a la mente en estos momentos. Un verdadero atropello en contra del ser humano. Abuso de autoridad, algo que, aceptémoslo, no pasa PARA NADA en nuestra actualidad.
A lo que voy, el coraje que me inundó el hígado no fue tanto lo que pasó -sí, pero no- sino porque sigue pasando. Por ahí dicen que la historia se repite a sí misma y al parecer los miles y miles de años que el hombre se ha dedicado a escribirla, estudiarla y vivirla, han servido para pura mierda. ¿Cuándo aprenderemos? ¿Cuándo llegarán esas palabras a dejar de ser palabras y convertirse en acciones y experiencias de vida? Para qué sirve estudiar si se seguirán cometiendo aquellos atroces errores en contra de la vida humana y en contra de este mundo.
Escucho a todo mi alrededor las felicitaciones por la Navidad y por Año nuevo, y luego caigo en cuenta lo vacías que son esas felicitaciones. Nos felicitamos por qué razón, ¿alguna vez se han puesto a pensar en eso? ¿Qué increíblemente maravilloso y extraordinario logramos en el año para hacernos merecedores de una celebración? Simplemente cuando escucho las resoluciones de ciertas personas me pega como un costalazo de rocas a la cabeza: este año bajaré de peso para verme más "nice". Este año me compraré cualquier pedazo de plástico innecesario para mi vida. Este año seré la más o el más popular (en el caso de los chavitos pubertos, porque a esta edad espero que seamos más maduros y nos demos cuenta de lo increíblemente y banalmente superficial de esta forma de pensamiento).
No digo que el tener metas personales sean malas, no lo son; peor hay un punto en el que dejan de ser metas que nos hacen crecer como personas y pasan a ser meras ideas narcicistas, y que viendo al mundo como está, todos sufrimos de esto.
No me cabe en la cabeza al ver las noticias cómo no somos capaces de gritar "ya basta". No me cabe en la cabeza cómo es posible que con tanta tecnología, haya millones y millones de personas sin saber leer siquiera las vocales. No me cabe en la cabeza cómo el hombre persigue al hombre, tachándolo de ignorante y peligroso, cuando el verdadero peligro reside y siempre ha residido en la ignorancia. No hay mayor peligro que la estupidez y la ineptitud, y no hay mejor aliado de ello que la indiferencia.
Creo que la respuesta es tan sencilla solo que uno lo hace tan complicado como quiere. Y creo todavía más en que uno tiene la capacidad de cambiar el mundo, de eso estoy segura. Creo que la humanidad ha sido robada de su fe y su esperanza y es hora de que se recupere. Creo que es hora de hacer a un lado la indiferencia y la ignorancia y poner atención a las clases de historia. Creo que es hora de apagar la televisión y perder neuronas y abrir un libro y educarnos. Es hora de cambiar las armas, los tanques, las bombas, por libros, por palabras, por poesía, creo que todas aquellas voces de nuestros antepasados y los que serán nuestros hijos nos lo piden a gritos.
"Al hombre no se le doma, se le educa"Cartel de una manifestación hecha en México en 1968.

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