Llegó
el Año Nuevo y el mes de enero; llegaron, se fueron y quedó nomás el continuar con
aquella frase colgando bajo el brazo: “más vale tarde que mucho más tarde” o
algo por el estilo. Así pues, continuo con mi síntesis sónica/sonora/musical
del 2013 y le dejo el escenario al señor Jim James y su álbum Regions of Light and Sound of God. Al señor
James generalmente se le ve en bandas como My Morning Jacket o Monsters of
Folk, sin embargo este hacer como solista está, en la peor adjetivación que
pueda encontrar, es estupendamentegenial; esta es la creación de un hombre que demuestra
en cada letra, en cada nota, su amor por la música. Los sonidos, los ambientes,
los ritmos y por ende, los momentos que en conjunto crean, están equilibrados a
lo largo de nueve tracks. “State Of The Art (A.E.I.O.U.)”, con sus delicados
silencios quebrantados por un repetitivo piano que filtra las palabras hasta
que se pegan en la cabeza para seguir con ella aun cuando se ha migrado hacia
otras actividades: I used the state of
the art / tech-nology / Supposed to make for better living. Are we better human
beings? suena un poco a alguna variación del estado orwelliano en nuestra
realidad; mientras que canciones como “A
New Life” son las que inevitablemente dibujan una sonrisa sobre el rostro,
entrando bajo el título de feel-good-song.
Sentirán cómo los eleva, en cuestión de segundos, hacia lo más alto del cielo y
será entonces cuando perdonarán la cursilería de imágenes a las que intento
recurrir. “I follow all
the wrong dreams, lost in man’s schemes. Oh, Lord! I pray that all is forgiven… all is
forgiven”, desgarra en confesión la voz de James, mientras un
saxofón se contrapone a su persona, seguidos por un ritmo que quiere parecer
jazz, aunque malformado. Si no conocían la obra de Jim James, Regions of Light and Sound of God es un
buen lugar por el cual comenzar.
No todo es el sonido
indie-hippie-folkie-cantautoresco, porque sucede que llegan discos como el Specter at the Feast de Black Rebel
Motorcycle Club y uno no puede hacer menos que pintarse las uñas negras,
prender los cigarros y fumar con infinito placer al son de “Fire Walker” o “Hate
The Taste”: la primera una oscura y deliciosa incursión hacia una sencillez
sonora impuesta bajo la delicia de voz, tan sugerente e hipnotizante, que
Robert Levon Been presta, logrando un ambiente que difiere en tono, intención y
ritmo con la segunda, en donde Peter Hayes conduce, a través de esos riffs
entre prístinos y sucios, almas igual de torturadas que él por el tártaro del
ultramundo musical… el sucio rock ‘n’ roll: I
got a fatal heart, I’m tried to living, got a tortured soul, I can’t give it
away. Gonna find a line, to get me through to reason, gonna
bury it all just to give it a name. Digan lo que digan sobre el inexistente estado
inmaculado de los géneros… amantes del rock deben hacer parada obligatoria sobre
BRMC. Sí, quizá jueguen el papel acercándose peligrosamente al cliché del
rockero (botas, cuero, falta de peine, etc.), pero funciona, porque a veces eso
es justo y necesario. Su estilo se basa en un sonido que difícilmente encuentra
eclecticismos, aunque pasemos de lo conceptual y sublime, como “Sometimes The
Light”, hacia lo crudo y mugriento de canciones como “Sell It”, la cual termina
siendo mi favorita del disco entero… 387 segundos de guitarras electrizantes y
la batería de Leah Shapiro.
Después, llega el evolutivo sonido
de rock filtrado que ofrece The National, a quienes muchos han entallado la
etiqueta de aburridos –a ellos yo les digo “bah… no comprenden, no entienden,
ni siquiera lo intentan”. He aquí una de las bandas estadounidenses más
importantes de los últimos años del bajo-mainstream. Trouble Will Find Me es un disco casi perfecto, lleno de vertientes
y tangentes que oscurecen o esclarecen el sentir del alma humana. “Don’t make me
read your mind… It takes me too much time… You’re not that much like me… We
have different enemies”, canta Matt Berninger en la canción introductoria, mientras
el estribillo recalca “You should know me
better than that”. Aburrido el conocernos lo suficiente
como para reconocernos entre los versos de un pedazo de música, quizá es algo
confuso… pero no. “Sea Of Love” será la más reconocible, en parte gracias al
estupendo video que salió acompañando al sencillo, e incluye una de las frases
que en mí más han afectado: “If I stay
here, trouble will find me”. –a cada quien lo dejo con sus percepciones.
Vaya, si hay algo que este álbum tiene, son canciones cuyas letras parecen
ficciones creadas a partir de monólogos; personajes desdoblándose ante nuestros
ojos, mismos que resultan imitar a quien escucha. Para qué buscan libros sobre
existencialismo, sobre naturaleza humana. Sólo necesitan The National y Trouble Will Find Me. Bellísimo álbum,
sin pizca de aburrimiento.
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