En ocio, nuevo playlist aquí a la izquierda. Gracias a los dioses por grooveshark, mientras mi computadora permanece en coma. Feliz miércoles.
Nomás porque sí: porque fanfarronerías sonoras provenientes de trompetas doradas llenan el archivero de mi cabeza. Porque los bloques contra la inspiración aturden. Porque no hay más que hacer más que aventar los escupitajos de letras hacia el camino. Porque duelen las llagas de los dedos de tanto escribir. Porque hay que escribir. Porque si no escribo, moriré.
miércoles, 30 de noviembre de 2011
lunes, 28 de noviembre de 2011
3:27am
Es de madrugada, muy de madrugada. Es tan de madrugada que es un crimen estar despierta a esta hora. Todos duermen; mi esposo duerme, mi bebé duerme (irónicamente)... estoy segura que incluso tú dormías a esta hora. Vaya, ni siquiera escucho carros en la avenida y eso, para donde vivo, ya es decir demasiado. No duermo por terminar de leer El último lector de David Toscana y créanme que algún día le reclamaré mi pérdida de dulce sueño por pasar tiempo entre sus páginas. Me debí de haber quedado en el principio y evitarme lo demás, así como lo hace Lucio, uno de sus personajes, quien pasa la totalidad de sus días devorándose las novelas que guarda en la biblioteca del pueblo, pues es tan juez y crítico que se toma la libertad de condenar las lecturas estando a penas en las primeras páginas de estas. No necesita más que leer el inicio y el final para decir que son ridículas, estúpidas, que solo reflejan el ego de tal o cual autor, que no retrata la realidad o la retrata de más, que el autor no entiende lo que es el arte, etc., etc., etc. Sé que esta es una novela querida por unos, amada por otros, decente para otros tantos, pero para mí no. Entrar al pueblo de Icamole y pasar tiempo entre Remigio, Babette, Lucio y su biblioteca no fue nada de mi agrado. Ya ni lo que esperé por este libro, pues me llegó por paquetería. En fin. Ya lo leído, leído está y por ese lado está bien. No hay lectura que no enriquezca, por más gorda que haya caído. Y hablando de dormir... alguien ya ha abandonado dicha actividad y ahora pide brazos. Buenos días.
martes, 22 de noviembre de 2011
Nuevas adiciones...
Bueno, realmente es una nueva adición, singular; el plural ya quizá llegue después. He agregado un playlist, con eso de que me gusta tanto hacer listas; intentaré tener una lista actualizada (en el sentido de estar cambiando las canciones, no tanto por que estas sean de lo más nuevo). Espero les guste la selección de este día, misma que incluye canciones de St. Vincent (por quien me iría a batear del otro bando), Simon & Garfunkel, Dr. Dog, Joy Division, My Morning Jacket, Black Rebel Motorcycle Club, and so on, and so forth.
miércoles, 16 de noviembre de 2011
'Two Step'
'Two Step' en Crash, Dave Matthews Band
Por ahí llegué a escribir algo sobre este álbum de Dave Matthews Band. Es uno de mis discos favoritos; es clásico y canónico, y es un disco que, para cualquier persona que se llame o adjetive como melómano, tiene que tenerlo, debe tenerlo, dentro de su colección musical, pero obligatorio. Y esta canción en especial, no puedo describirla como algo menos que perfecta. Otra de las que tengo tanto sin escuchar y justamente ahorita, momentos antes de escribir estas palabras, comencé a distinguirla por ahí en mi cabeza... alguien prendió el estéreo allá adentro y esta sonó, para mi enorme placer. Espero les guste.
'In The Morning'
'In The Morning' en The Spinning Top, Graham Coxon
Esta es una de esas canciones que debo escuchar, casi religiosamente, a diario. Y no, no me canso. Pero ahora no puedo y la extraño. Lo bueno es que me la sé de memoria, de pi a pa, o sease, de principio a fin. Todos los sonidos, los instrumentos, la duración, los arreglos y sobre todo, la voz de Coxon (Graham, ya saben, guitarrista de la superbanda Blur). Espero disfruten la canción, la cual, es en verdad una belleza de melodía. Así se escuchan, se sienten y se saborean mis mañanas.
Ironía
Hay varias maneras de definir la palabra ironía. Sí, recurrir al diccionario sería una de las maneras por las cuales aprendemos su significado, pero leer lo que significa, jamás se acerca a descubrir lo que el concepto quiere decir cuando lo experimentamos de primera mano. Ya saben, presumir que somos tan buenos conductores que nunca en la vida hemos chocado y un par de horas más tarde estamos sudando frío porque justo eso, chocamos. Bueno... yo no soy de las que no choca, he tenido mi buen número de choques (razonable y leve); pero vaya, de esto no es de lo que vengo a escribir. Para mí, la ironía se ha manifestado en el sentido de que, por tres años no tuve internet en casa... justamente este mes que permanezco guardando mi debida cuarentena, contratamos el servicio, a lo cual el gusto me duró escasas dos semanas cuando mi computadora decide ya no prender. Así es, decide. Así que, ahora gozo del excelente servicio cibernético, sin embargo, no tengo manera de acceder a él. Sólo sé que tengo ya internet y se acabó. Lo peor de todo no es el no poder accesar a la web, eso es algo secundario; lo peor es que mi colección de música está ahí, atrapada en la memoria de mi laptop, sin que yo pueda gozar de ella. Estoy desesperada. Mis días transcurren sin música, tan sólo con el sonido de la televisión, que no es para nada placentero. Necesito a Joni, a Dave, a Louis, a John, Paul, Ringo y George, a Bob, a Ella, a Damien, a Justin (Vernon, no Timberlake)... Necesito a mis Walkmen, a Simon y a Garfunkel, a Frank, a Gustavo, a Joana, a Cat... a los Rebel, a los Libertines, a los Pink. Necesito tantas voces, tantos sonidos...
Esta definición de ironía desde los sucesos de estos pasados días. Y esa es otra de las razones por las cuales no hay entradas nuevas por aquí, por la ironía.
viernes, 11 de noviembre de 2011
Asomándome...
... sólo para decir que no me olvido del blog. Extraño las palabras, extraño escribirlas. Ya pronto.
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