Revolver de los Beatles ha estado revolviéndose entre las bocinas de mi carro, presumiendo su nuevo sonido remasterizado, que para cualquier hardcore fan del legendario cuarteto de Liverpool, es suficiente para dejarle sin aliento mientras contempla el nítido sonido de cada nota, cada acorde y cada instrumento. Se escucha todo, absolutamente todo; se escucha como nunca se había escuchado. Se escucha como George Martin lo debió de haber escuchado mientras aquellos cuatro hacían lo suyo al iniciar una sesión de grabación. Escuchar la sinfónica Beatleniana en un sonido envolvente es verdaderamente mágico. Un high natural. Nada de hongos alucinógenos o hierbas aromatizantes para mí, la música es la única droga que necesito para verme sumergida en mundos ajenos, fantásticos, idealizados –más aún cuando voy manejando, así que si me ven por ahí, aguas-.
Y bueno, obviamente, Eleanor Rigby es la que se merece todo el volumen posible. Aquel entramado de armonías de cello es hipnotizante, pero bueno, qué les vengo a decir yo. Ya sabrán de que hablo. En honor a esta tercera edición de Eleanor Rigby -que por alguna razón así le llamo a este tipo de entradas en que a veces escribo algo interesante, pero generalmente no-, les presento, nada más y nada menos que... pues Eleanor Rigby del álbum Revolver.
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