2. Joanna Newsom, Have One on Me
Actualmente vivimos en un mundo, en una sociedad, en donde la paciencia y el tomarse el tiempo se han convertido en conceptos arcaicos, obsoletos, en algo que nuestros padres, abuelos y antepasados en general tendían a hacer. Lo cual es lamentable, ya que esto ha resultado en el consumismo, en el “lo quiero ya y lo quiero ahora”. Comida rápida y procesada, lecturas cortas y superficiales, películas banales, etc. Saber que algo requiere de nuestra capacidad de reflexión es inaceptable. En la música, lo que el radio-escucha promedio consume, es justamente eso, música procesada, masticada y banal, acompañada de ritmos molestamente pegajosos; quizá sea esta la razón por la cual artistas como Joanna Newsom o Sufjan Stevens o The Knife son dejados de lado, pues requieren atención, requieren nuestra capacidad de reflexión y sobre todo, requieren de nuestro tiempo. Have One On Me es un álbum que corre sobre las dos horas, dividido en tres discos. Es un álbum que ante todo, nos pide tiempo y paciencia, y déjenme decirles que de concederle a la obra estas dos pequeñísimas cosas, descubriremos la maravilla creativa de Newsom, tanto de autora como de músico, pues es una dotada arpista, pianista, compositora. El álbum, si bien no encanta a la primera, seguramente, de dejarse añejar, se convertirá en una obra básico dentro de nuestro canon de discos que nos acompañarán toda la vida. Por ejemplo, yo ya lo he catalogado dentro de mi soundtrack definitivo, mi soundtrack vitalicio, el cual, si se hiciera una película sobre mi vida (ja-ja), quedaría plasmado entre obras como Rubber Soul (Beatles), Blue (Joni Mitchell), The Wall (Pink Floyd), Crash (Dave Matthews Band), The Seldom Seen Kid (Elbow), O (Damien Rice), OK Computer (Radiohead), The Queen is Dead (The Smiths)… bueno, son muchos, no los nombraré todos. Have One On Me definitivamente estaría ahí, entre los grandes, los memorables, porque si bien el álbum me cautivó desde el inicio, entre más lo escucho más me fascina. La música de Joanna es mágica, mística, seductora, épica; su barroquismo folky-pop-clásico jamás termina por saturar el oído, al contrario, lo dota de texturas y matices, de una profundidad lírica que difícilmente se encontrará en otro lado.
Actualmente vivimos en un mundo, en una sociedad, en donde la paciencia y el tomarse el tiempo se han convertido en conceptos arcaicos, obsoletos, en algo que nuestros padres, abuelos y antepasados en general tendían a hacer. Lo cual es lamentable, ya que esto ha resultado en el consumismo, en el “lo quiero ya y lo quiero ahora”. Comida rápida y procesada, lecturas cortas y superficiales, películas banales, etc. Saber que algo requiere de nuestra capacidad de reflexión es inaceptable. En la música, lo que el radio-escucha promedio consume, es justamente eso, música procesada, masticada y banal, acompañada de ritmos molestamente pegajosos; quizá sea esta la razón por la cual artistas como Joanna Newsom o Sufjan Stevens o The Knife son dejados de lado, pues requieren atención, requieren nuestra capacidad de reflexión y sobre todo, requieren de nuestro tiempo. Have One On Me es un álbum que corre sobre las dos horas, dividido en tres discos. Es un álbum que ante todo, nos pide tiempo y paciencia, y déjenme decirles que de concederle a la obra estas dos pequeñísimas cosas, descubriremos la maravilla creativa de Newsom, tanto de autora como de músico, pues es una dotada arpista, pianista, compositora. El álbum, si bien no encanta a la primera, seguramente, de dejarse añejar, se convertirá en una obra básico dentro de nuestro canon de discos que nos acompañarán toda la vida. Por ejemplo, yo ya lo he catalogado dentro de mi soundtrack definitivo, mi soundtrack vitalicio, el cual, si se hiciera una película sobre mi vida (ja-ja), quedaría plasmado entre obras como Rubber Soul (Beatles), Blue (Joni Mitchell), The Wall (Pink Floyd), Crash (Dave Matthews Band), The Seldom Seen Kid (Elbow), O (Damien Rice), OK Computer (Radiohead), The Queen is Dead (The Smiths)… bueno, son muchos, no los nombraré todos. Have One On Me definitivamente estaría ahí, entre los grandes, los memorables, porque si bien el álbum me cautivó desde el inicio, entre más lo escucho más me fascina. La música de Joanna es mágica, mística, seductora, épica; su barroquismo folky-pop-clásico jamás termina por saturar el oído, al contrario, lo dota de texturas y matices, de una profundidad lírica que difícilmente se encontrará en otro lado.
Esto es '81 en vivo:
Esto es Soft As Chalk (no había video para esta canción, sin embargo, lo importante es la canción en sí):