Nomás porque sí: porque fanfarronerías sonoras provenientes de trompetas doradas llenan el archivero de mi cabeza. Porque los bloques contra la inspiración aturden. Porque no hay más que hacer más que aventar los escupitajos de letras hacia el camino. Porque duelen las llagas de los dedos de tanto escribir. Porque hay que escribir. Porque si no escribo, moriré.
domingo, 21 de diciembre de 2008
El reflejo de un ser buscando su propia existencia y su propio pensar, atrapada dentro de cuatro muros de concreto con su única ventana hacia el mundo exterior: su mamiyaflex.
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