miércoles, 16 de noviembre de 2011

Ironía

Hay varias maneras de definir la palabra ironía. Sí, recurrir al diccionario sería una de las maneras por las cuales aprendemos su significado, pero leer lo que significa, jamás se acerca a descubrir lo que el concepto quiere decir cuando lo experimentamos de primera mano. Ya saben, presumir que somos tan buenos conductores que nunca en la vida hemos chocado y un par de horas más tarde estamos sudando frío porque justo eso, chocamos. Bueno... yo no soy de las que no choca, he tenido mi buen número de choques (razonable y leve); pero vaya, de esto no es de lo que vengo a escribir. Para mí, la ironía se ha manifestado en el sentido de que, por tres años no tuve internet en casa... justamente este mes que permanezco guardando mi debida cuarentena, contratamos el servicio, a lo cual el gusto me duró escasas dos semanas cuando mi computadora decide ya no prender. Así es, decide. Así que, ahora gozo del excelente servicio cibernético, sin embargo, no tengo manera de acceder a él. Sólo sé que tengo ya internet y se acabó. Lo peor de todo no es el no poder accesar a la web, eso es algo secundario; lo peor es que mi colección de música está ahí, atrapada en la memoria de mi laptop, sin que yo pueda gozar de ella. Estoy desesperada. Mis días transcurren sin música, tan sólo con el sonido de la televisión, que no es para nada placentero. Necesito a Joni, a Dave, a Louis, a John, Paul, Ringo y George, a Bob, a Ella, a Damien, a Justin (Vernon, no Timberlake)... Necesito a mis Walkmen, a Simon y a Garfunkel, a Frank, a Gustavo, a Joana, a Cat... a los Rebel, a los Libertines, a los Pink. Necesito tantas voces, tantos sonidos... 

Esta definición de ironía desde los sucesos de estos pasados días. Y esa es otra de las razones por las cuales no hay entradas nuevas por aquí, por la ironía. 

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