“¿Sabes? Creo que esta es mi obra maestra”, le dice el teniente Aldo Raine (Pitt) a su compañero Utivitch con una sonrisa de oreja a oreja. Esto traducido al mundo real se lee algo así: “Más de una década trabajando esta película y finalmente le he soplado vida a lo mejor que he hecho”, Tarantino. ¿Lo mejor? Pues no lo sé. Creo que Reservoir Dogs es mejor película, en mi humilde opinión, y ya ni qué decir de Pulp Fiction, Jackie Brown y Kill Bill. Claro está que Tarantino es una mente con una inmensa capacidad de imaginar escenarios imposibles y surrealistas, y justamente eso es lo que Bastardos es, una película de escenarios imposibles y surreales, si no me creen, vayan a verla y me dicen qué piensan de que Operation Kino sea un completo y enorme éxito.
Yo la veo de esta manera: por tres cuartos de la película, todo va excelentemente bien, demasiado bien. El nivel de suspenso es perfecto y la comicidad le complementa a proporción, ácida y cínica como cualquier película de Tarantino. Los personajes están muy bien planteados, muy bien justificados –salvo dos que tres que aparecen por ahí sin mayor obligación que pararse frente a la cámara y verse como un soldado yanqui rebelde y arrogante-, de los cuales sobresalen Christoph Waltz (Landa), Michael Fassbender (Hicox), Diane Kruger (von Hammersmarck) y Mélanie Laurent (Shosanna/Emmanuelle). El hecho de que haya mantenido el tiempo en escena de Brad Pitt en un mínimo fue un perfecto toque, pues deja que la película tenga peso por los demás personajes y no por ser el carita dorado de Hollywood. El personaje de Landa, en mi opinión, se lleva las palmas; es el villano perfecto: educado, inteligente, caballeroso, amable y derrepente, los estribos le saltan de la cabeza para convertirse en una bestia asesina llena de rabia y locura. Esos son siempre los mejores villanos. Pero bueno, estos actuaciones son los que hacen de la película lo que es, al menos durante los primeros dos actos (o cuatro capítulos, pues Tarantino recicla lo que hizo en Kill Bill, dividir la película en capítulos, cinco en total).
Ya para el tercero, las cosas comienzan a verse un poco dispares y perdidas, incluso para los personajes a quienes todo les sale mal. Durante una escena cargadísima de tensión, ahí me tienen, abrazada de las piernas pensando “¿qué pasará?” y en eso la película se traba y se comienza a quemar –no es broma, el film se quemó unos 15 minutos antes de finalizar-, las escasas 10 personas que estábamos en la sala resoplamos indignados contra los “técnicos” encargados de la proyección. Diez minutos más tarde, nos encontramos al inicio de la escena perdida y comienza el principio del fin. Unas horas después de terminada la proyección caí en cuenta de que aquel suceso del film quemado, justo cuando inicia la conclusión, fue una señal de los dioses, y una muy irónica para esto. El final se quemó completamente. Aquel tercer acto no logra sostener el peso acumulado a lo largo de la película para así poder inmortalizar a Tarantino y a su obra como un masterpiece.
3 comentarios:
Villanos suaves, a lo Claude Rains. A mi si me gustó (y no necesita ser una obra maestra para dejarme contento al prenderse la luz)
No es que no me haya gustado, en su totalidad sí me gustó, pero el final... el final, siento yo, que después de haber construido una magnífica obra, una estupenda trama, después de ir cerrando cadenas de manera divertida e inteligente sin perder coherencia, al llegar el final, todo eso que construyó se cayó. No pudo sostener el resto de la película. Pero, esa es mi opinión. Y tal vez mi error sí fue esperar algo magistral, pues ya tanto había escuchado y leído sobre esta película que el interés y la emoción era mucho.
Oye Guely of Sweden, gracias por pasearte por acá y dejar tu commentario... y sí, el villano es de lo más chingón.
Saludos desde el desierto.
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