Ayer recibí una llamada por parte del IFE: fui seleccionada para ser funcionario de casilla… puta madre.
He visto los anuncios, todos hemos visto los anuncios de cómo una señora llega a casa de un joven para avisarle que ha sido seleccionado y él no quiere abrir, a lo que comienza un monólogo debatiendo el deber y el querer. “Es nuestro deber como ciudadanos” o algo así exclama patrióticamente. Bueno pues, justamente eso pensaba cuando el tipo al otro lado de la línea me explicaba que había sido seleccionada en el sorteo. Pero verán, mi querer le ha ganado a mi deber. Lo siento, llámenme una anti-patriótica, defraudadora del pueblo mexicano, y si deben pensar esa cosa que todo mundo piensa con bastante regularidad, el “por eso México está como está”, pero, no lo siento como mi deber. El día que yo vea que el gobierno realmente le responde al pueblo mexicano, entonces sí, patriotismo será mi segundo nombre, pero mientras siga viendo como manchan las calles de mi ciudad de sangre, mientras siga escuchando ráfagas en la mañana, en vez de levantarme felizmente al sonido de los pájaros –por más cursi que se escuche, pero díganme si no les afecta el despertarse por el sonido de los cuernos de chivo-, mientras los pseudo políticos sigan engañando vil y descaradamente al mismo pueblo que los ha elegido, y mientras sigan osando engañar a los ciudadanos con ficticias enfermedades para encubrir todos sus tantos arrebatos de estupidez, no veré semejante obligación como mi deber. Simplemente lo veré como una obligación… una “voluntaria” obligación.
He visto los anuncios, todos hemos visto los anuncios de cómo una señora llega a casa de un joven para avisarle que ha sido seleccionado y él no quiere abrir, a lo que comienza un monólogo debatiendo el deber y el querer. “Es nuestro deber como ciudadanos” o algo así exclama patrióticamente. Bueno pues, justamente eso pensaba cuando el tipo al otro lado de la línea me explicaba que había sido seleccionada en el sorteo. Pero verán, mi querer le ha ganado a mi deber. Lo siento, llámenme una anti-patriótica, defraudadora del pueblo mexicano, y si deben pensar esa cosa que todo mundo piensa con bastante regularidad, el “por eso México está como está”, pero, no lo siento como mi deber. El día que yo vea que el gobierno realmente le responde al pueblo mexicano, entonces sí, patriotismo será mi segundo nombre, pero mientras siga viendo como manchan las calles de mi ciudad de sangre, mientras siga escuchando ráfagas en la mañana, en vez de levantarme felizmente al sonido de los pájaros –por más cursi que se escuche, pero díganme si no les afecta el despertarse por el sonido de los cuernos de chivo-, mientras los pseudo políticos sigan engañando vil y descaradamente al mismo pueblo que los ha elegido, y mientras sigan osando engañar a los ciudadanos con ficticias enfermedades para encubrir todos sus tantos arrebatos de estupidez, no veré semejante obligación como mi deber. Simplemente lo veré como una obligación… una “voluntaria” obligación.
Voluntario. A uno le avientan esa palabrita, pero cuando reciben el rechazo de quienes ven la verdad, le tiran otra… obligación constitucional. Penalización. Multa. Díganme pues… así como no querer, ¿verdad?
Mientras tanto, ¡Viva México!
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