En una de mis clases hemos estado leyendo Astucia de Luis G. Inclán, novela publicada hacia 1865 aproximadamente, ahorita no recuerdo la fecha exacta. Sí, la verdad es que es un poco vieja la novelita, pero dentro de su temática, es bastante actual. Lo que he estado leyendo me ha gsutado muchísimo; no creí que me fuera a gustar tanto y creo que es una novela que ha pasado sin pena ni gloria, desgraciadamente, en este país de ciudadanos no-lectores.
Hoy, por ser el día del libro -según los carteles que han pegado en la biblioteca-, les presento un extracto de la novela que me retumba en la cabeza como si fuesen campanas de bronce, como que lo he vivido de alguna manera, de hecho, creo que todos lo hemos vivido directa o indirectamente.
Lorenzo, el valeroso protagonista de la obra, lo ha perdido casi todo debido a que le han robado su mercancía, sus burras, su dinero, e incluso, uno de sus trabajadores le pasó lanilla a los que, en aquel entonces se encargaban de la aduana, para que lo metieran a la cárcel -es más que obvio decir que injustamente-, y ahora va sumido en tristeza y preocupación camino a casa, pues no tiene ya dinero para recuperar todo aquello que le robaron, ni siquiera tiene para mantener lo poco que le queda. He aquí su monólogo:
"¿Qué es posible, Señor -decía hablando solo-, que haya gentes tan infames que después de que se venden, que están mamando a dos tetas, aún pretendan robar más, haciendo mérito de la colocación que indignamente ocupan, acogíendose a las leyes para acabar de despellejar vivo al infeliz que cae en sus manos? Ésos no son hombres, son unos entes maldecidos del género humano; yo, para buscar un peso, expongo mi fortuna, ando por escabrosos caminos, por los espesos montes, a la merced de las fieras, cayendo y levantando, y estos pícaros de poltrones en una garita, o de aperitos en las tabernas, medran a costa del mundo entero, juegan y tiran un peso con la mayor franqueza..."
Conozco a mucha gente que, al ver a alguien leyendo lo tachan de intelectualoide, creído, snob, etc. La lectura ha sido degradada terriblemente y la consecuencia es que este país produce día a día generaciones de marionetas, hechas para ser mangoneadas a su gusto por no cultivar su derecho de nacimiento de racionar. En el maravilloso día del libro, uno que se debería celebrar más que el día del taco, les invito a que abran un libro y se lo devoren, saboreando cada frase. Y si por cosas de la vida encuentran esta novela que les he mencionado aquí, no la dejen pasar. Feliz viernes.
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