Qué horrible es cuando hay tantas cosas qué contar y compartir, pero cuando uno emprende la maravillosa tarea de poner palabras a las ideas y escribir, todo se va al caño; ya saben, que de repente la mente se pone en blanco -o negro, o rojo, o negro con rojo-, y luchamos con todo y contra todo para poder llegar a ese maravilloso punto de concentración/inspiración, pero ya cuando estamos ahí todo ha cambiado y lo que alguna vez fue una buena idea o buen tema de conversación bloguera se ha esfumado para ser reemplazado por las estupideces más sonsas y pendejas que pueda haber... el famoso daydream, en donde perseguimos conejos blancos por un hoyo desconocido y secreto. Sí, es horrible y es la causa por la cual hubo sequía este mes aquí, en este mi santuario cibernético.
Nomás porque sí: porque fanfarronerías sonoras provenientes de trompetas doradas llenan el archivero de mi cabeza. Porque los bloques contra la inspiración aturden. Porque no hay más que hacer más que aventar los escupitajos de letras hacia el camino. Porque duelen las llagas de los dedos de tanto escribir. Porque hay que escribir. Porque si no escribo, moriré.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario