Por hazares del destino, husmeando entre los estantes de la librería universitaria me encontré con este tesoro por uno de mis directores favoritos, Wong Kar-Wai. Y como niña en juguetería, pinté una sonrisa de oreja a oreja, una sonrisa que duró y perduró aún después de terminada la película.
Como toda buena obra de Wong Kar-Wai, la película empieza con ese estridente golpe en los ojos de un rojo brillante para luego acariciar de la manera más delicada el sentido visual con sus melancólicos paisajes, sus encuadres cerrados, su perspectiva forzada y aquella tonalidad cromática que va cambiando con cada escena, hasta que por fin, ya entrada la película y la temática nos regala un mundo de colores texturizados. Y como toda buena película de Wong Kar-Wai me chupó -en el término más vulgar que pueda explicarlo- desde el primer momento.
En la historia, Ho y Fai son una pareja de amantes que viajan a Argentina para reavivar una ya tormentosa relación y fallar en el intento: Ho terminará prostituyéndose y Fai como portero de un Tango Bar. Así los días pasarán sin que uno busque al otro, hasta que un día cualquiera, Ho regrese severamente golpeado y herido. Fai lo acoge, lo atiende, y prácticamente, lo mima hasta que recupera su salud, mientras que él mismo debe trabajar y ganar dinero para que ambos puedan sobrevivir. Aquellos momentos que vuelven a pasar juntos, encuentran aquella llama de esperanza que habían perdido. Pero aquí no hay un "vivieron felices para siempre". Como en la vida real, la fugacidad del momento se esfuma y aquella falsa felicidad que volvieron a encontrar termina nuevamente en la ya conocida rutinaria y tormentosa relación que solían llevar. Será Fai quien finalmente rompa aquel círculo de vicio y perdición para poder rehacer su vida y dejar la personalidad destructiva y decandente de Ho en el pasado.
Será posiblemente una temática muy simple -tal vez choteada-, pero bajo la enorme sensibilidad artística del director, esta historia de amor y desamor se vuelve poética. Recurriendo a sus amados leitmotifs, a su manipulación constante del obturador y sumándole a Buenos Aires en su fondo, el sugerente y apasionante tango de Astor Piazzolla, y la doliente voz de Caetano Veloso cantando "Cucurrucucu Paloma" en contraposición a una violenta cascada de aguas azuladas, torna la tediosa relación de Ho y Fai en un hermoso drama de desesperación y triunfo, una maravillosa pieza cinematográfica que puede ser catalogada en todos sus sentidos como arte del más fino -y sé que no exagero-. Happy Together es una película que complacerá a muchos y enamorará a otros.
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