Leyendo un extracto de Mi último suspiro, las memorias de Luis Buñuel, me encontré con un pasaje que verdaderamente me hizo reír tanto. Habrá sido un loco-desquiciado con tintes de psicópata-terrorista, una de las mentes más torcidas y degeneradas, pero qué carisma tenía el hombre; o bueno, al menos, traducido a la escritura, parecía ser un hombre verdaderamente carismático y simplón.
Buñuel, al describir y explicar el verdadero objetivo del movimiento surrealista, y quienes lo comformaban, reparó un momento en la "guapura" de cada uno. El movimiento de la belleza. Jamás se espera uno que, entre su monólogo de los "por qués" y "para qués" del surrealismo, le pegue el momento de reminisencia y diga: "ah si, pero es que eramos muy guapos". Bueno, a mi me dio risa.
“Añadiré –Dalí me lo hizo observar- que los surrealistas eran guapos. Belleza luminosa y leonada la de André Breton, que saltaba a la vista. Belleza más sutil la de Aragon. Eluard, Crevel y el mismo Dalí, y Max Ernst con su sorprendente cara de pájaro de ojos claros, y Pierre Unik y todos los demás: un grupo ardoroso, gallardo, inolvidable”.
2 comentarios:
Yo no podría asegurarlo, pero pienso que Buñuel era una rara avis de homo reprimido.
Un saludote.
Sí, se percibe de esa manera, también lo pensé. Probablemente sí lo era; supongo que jamás se sabrá.
Un gusto verlo de regreso por aquí, feliz inicio de semana
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