domingo, 30 de diciembre de 2012

Lo mejor... Lower Dens, NOOTROPICS




6. Nootropics, Lower Dens

Lower Dens, cuarteto de Baltimore con los nombres de Jana, Geoff, Abram y Will, crean los mejores escenarios melódicos para que uno se pierda a placer en ellos. "Divertido" quizá no sea la idea primaria que se genere al escuchar el álbum por primera vez, sin embargo, según se repite una y otra vez, comienza a surgir esta sensación de movimiento involuntario que a uno tanto le entretiene. Quizá sean las drogas nootrópicas aludidas por el álbum, quizá es la música misma que nos droga... o vaya, para qué digo quizá, la música es una droga, es la droga; y como paréntesis, nootrópico es el nombre que le dan a las "drogas inteligentes", llámense estimulantes de la memoria, potenciadores cognitivos funi-fula, funi-fula. Realmente puedo ver la relación entre ambas cosas. Pero hablar de narcóticos no es lo mío y posiblemente jamás lo sea, así que mejor continúo con la música.

Mientras que de inicio "Alphabet Song" no parece tentar las pasiones lo suficiente, "Brains" rescata la tan importante parte introductoria del álbum; rasca el cerebro con su hipnótico himno de declaraciones sin sentido que se repiten en oleaje, constatando que la música y la atmósfera son tan importantes como la lírica, incluso a veces -y repito, a veces- la combinación de ambas son más sustanciales. Por si fuera poco, "Stem" se agarra de dicha combinación desechando por completo el uso de la palabra y funciona como outro, largo y enérgico ante unos discretos bits, unos silenciosos reverbos y sintes repetitivos. "Propagation" es una belleza en su sentimiento, los trazos que se pintan, nuevamente ayudados por las guitarras tan atractivas y melancólicas, son difícil de olvidar una vez que se da por finalizado el momento. Les aseguro que querrán regresar a ella una y otra y otra vez. El efecto estupefaciente, no sólo relaja y nos hace perdernos, sino que es altamente adictivo. "Lamb" tiene un poco de Joy Division con ese sonido tan abrupto y agudo de la batería (sintetizada, por supuesto), pero que enmarca el contexto con una frialdad hechizante y les confesaré que no entiendo nada de lo que Jana Hunter canta, aunque eso no es imposibilidad para maravillarse ante la emoción de su voz (y qué voz). "Candy" y sus guitarras, nuevamente, crean una fuerza de atracción que no se puede combatir, con esos efectos tan deliciosos que sin duda atraparán la imaginación de los guitarristas-pedaleros, y el ritmo, como lo dije en un principio, nos lleva a los movimientos involuntarios de torso sincronizados a la perfección. "Lion In The Winter Pt. 1" es intro para "Lion In The Winter Pt. 2", brillante, lo sé. Y si sus oídos musicales han viajado hasta los fríos páramos de Islandia, encontrarán similitudes tan claras como el hielo con una pequeña banda llamada Múm (el hermano perdido de Sigur Ros despojado de toda solemnidad). Finalizando, "Nova Anthem" es oscuro en su mensaje, palabras y frases sin conjeturas, pero que terminan pintando la idea general: animal soulless place controled by emotion, outthink, displace evolve, escape, mutate, deface, disguise, out pace devious, underground ruling class, shifting tongues, out think, displace, disguise, out pace, open fire or evolve, mutate the whole shit-house goes up in flames, this is war to exterminate electric storms of violence sweep the planet... y así sucesivamente. "In The End Is The Beginning" es el clímax idílico para el álbum-droga que espina y nos hace adictos; una movida muy inteligente, pues sin duda -al menos en mi caso- escuchar una sola vez este disco es inviable.

Nootropics es el segundo álbum de Lower Dens y en él, no hay rasgo alguno que indique debilidad ni huecos pasados por alto. El sonido es sólido, sus atmósferas etéreas, sus guitarras -sí, lo repito y lo repito y de aquí no me sacan- son el núcleo alucinógeno que lo adhiere todo y Hunter es la Beatriz a nuestro Dante, que sirve de guía en tan surreal viaje. Este va p'al canon.

domingo, 23 de diciembre de 2012

Lo mejor... Mark Lanegan, BLUES FUNERAL


7. Blues Funeral, Mark Lanegan

"Te falta rock en esta lista", discute mi esposo, y lo mandé a volar. "Está muy folk-y tu lista", comentó en otra ocasión e igualmente, lo mandé a volar. En el momento en que consideré anotar Here de Edward Sharpe & The Magnetic Zeros como uno de los mejores diez discos del año, caí en cuenta que tenía razón... hacía falta más rock en la lista, por lo que repasé nuevamente todos los discos que escuché este año. Ya puedo escuchar su "te lo dije" cuando diga que en efecto, Mark Lanegan regaló al mundo Blues Funeral en este susodicho último año de la humanidad, lo cual hubiese sido un lindo e irónico tema mortuorio.

Talentoso, multi-instrumentalista, multi-facético y prácticamente, una leyenda viva dentro de la historia del rock que quizá muchos desconocen, aunque ahora que lo pienso, no veo cómo puedan no haber escuchado de él. Sus colaboraciones con Isobel Campbell fueron las que me presentaron la rasposa y clara fumadora voz de Lanegan, con su tan seductor rock/blues de Hawk. Gracias a mi esposo, un más profundo sumergimiento a su obra hizo que Blues Funeral se escuchara hasta el cansancio -bueno, ni tan así- por todos lados. Es indudable, desde que inicia, hasta que termina, la gran herencia con la que carga y a partir de la cual se nutre para dar rejuvenecer a un estilo de música que vacila y parece debilitarse en la actualidad musical de un país que vio nacer el jazz, el blues y el rock. Y así "The Gravedigger's Song" declara que el deceso está aun muy lejos del presente: To the stars my love / To the sea / To the wheels my love / Till they roll all over me. Este tipo de música tiene algo que la hace especial, comenzando por el hecho que es la primera en ser desechada por la gran mayoría de la gente que se dice ser amante de la música, quizá por su aparente sin sentido lírico, los ambientes imperfectos que traza entre rasgueos y voces roncas, espacios sonoros que retumban los tímpanos o los escenarios de cigarros y alcohol mal vistos por una sociedad que se empeña en ser doble-moralista bajo sus falsas virtudes. Esta es la razón que encuentro en momentos del disco cuando Lanegan canta: Muddy water / Rising up / You know I feel you / In my iron lung / Muddy water / Celestial flood / You know I feel you / In my iron lung, a lo largo de "Bleeding Muddy Water". Si el blues ha muerto, como lo declara en su título, entonces canciones como "St. Louis Elegy" no tienen razón de ser con estos lamentos de alma herida que encuentra alivio en el santuario de un vaso de whiskey. "Riot In My House" concuerda con todo lo que predica... caos por caos, desmadre por desmadre... There's a riot in my house / Chaos is blossoming / Run and hide little mouse, por si las estridentes guitarras y el retumbar de la batería no fuese advertencia suficiente; esta canción no es para los de corazón ligero, consumidores del pop chicloso y masticado (all you bubble-gum poppers, beware). "Ode To Sad Disco" es la canción más alejada de la línea genérica a la cual se apega el disco, con sonidos sintetizados y ecos de ritmos disco, ese sub-género que nadie nunca llegó a entender; el respiro dura muy poco, "Phantasmagoria Blues" regresa a los tonos oscuros que hablan de amores perdidos, relaciones enfermizas, suicidio y tristeza. "Harborview Hospital" parece sacada de un disco de New Order que en efecto puede distraer, así que mejor continuar con "Leviathan" y su melódico subi/baja de la voz de Lanegan que va seguido por el bajo y unos oh-tan-deliciosos-riffs que me hacen hervir de arrepentimiento ante el hecho de no saber tocar la guitarra para jugar con ella de esa manera. Cerrando, "Deep Black Vanishing Train" es quizá la canción más real y personal del disco, en donde uno no puede evitar sentirse como confesor ante el lamento y la resignación: So long light, you're bound to fall / Now isn't that a shame / Casting shadows on the wall / Too late to learn another game / Transfixed by what isn't seen / And what will never change / The times I've tried to free myself / It's been hard to look away.

Admito que Blues Funeral no fue un disco del cual opinara gran cosa, me gustó y ya. Pero ahora que regreso a él y que lo escucho nuevamente en la gloriosa y ruidosa vastedad de los audífonos, comprendo y admito lo magnífico que es, y aunque no se preste como el mejor ejemplo de la obra de Mark Lanegan, pinta un cuadro que da la idea de su grandeza e importancia dentro de un género tan relevante como lo es el blues y su querido engendro, el rock.

Aquí una presentación en vivo con razón del lanzamiento de su álbum: http://youtu.be/dCa9BBVeTjo

Lo mejor... Flying Lotus / Cat Power

Trampa... ¡TRAMPA! Yo misma lo grito a los cuatro vientos, pero no podía dejar de lado a uno, ni al otro. Yo sé que ustedes entenderán.



8. Until The Quiet Comes, Flying Lotus

Seducción. Total y completa seducción. Esa es, creo yo, la mejor manera de describir los sonidos tan suaves, deliciosos, nocturnos. Steven Ellison, el hombre detrás de Flying Lotus, nos juega a sus escuchas, u
na partida de cortejo a media noche y crea el ambiente perfecto para el momento. No es música electrónica, sino una fusión de elementos electrónicos, con jazz, con sonidos orgánicos procesados dentro de la mente de un hombre que vive con un catálogo musical impresionante. Son pocos los momentos en los cuales las melodías van acompañadas de lírica alguna -pues a veces el sonido es la más alta poesía de todas-, cuando sucede la aparición de voces como las de Erykah Badu, Thom York o Niki Randa proporcionan el calor humano necesario que regresa la idea de la música gira alrededor del hombre y no de las máquinas, estas son el medio para un fin. Canciones como "Heave(n)", "Tiny Tortures" u "Only If You Wanna" son deliciosamente sugestivas sin exceso de palabras que puedan arruinarnos el momento. Crean matices y encuadran la diversidad de texturas para que podamos perdernos en ellas. Un vistazo a la portada basta para entender los sonidos, aunque la música finalmente es algo que no es necesario analizar para disfrutar de ella. En el núcleo, "See Thru To U" con la participación de Badu es la gratificación de Until The Quiet Comes; la bellísima voz de Erykah fundiéndose en una línea con esos ritmos tan pegajosos que les aseguro, terminarán por mover alguna parte de su cuerpo involuntariamente. No podrán escapar a sus encantos. En complemento, "Until The Quiet Comes", la homónima del disco, la describiría como un outro de dos minutos que sigue alimentándonos este ambiente nocturno y cómo se escucharía la media noche o las primeras horas de la madrugada, si supieran silbar una tonada; representando la frivolidad recreacional que conlleva la oscuridad.





8. Sun, Cat Power

Chan Marshall es una gatita que nos enseña que los 40 son los nuevos 30. Llena de sabiduría y con la corteza más dura, irrumpió finalmente con Sun, disco que llevaba más de cinco años en gestación. Y es que Marshall es una persona cuyas excentricidades ha logrado plasmar hasta la última nota en su creación musical. No he tenido el placer de verla en vivo, pero por lo que se lee y se cuenta, sus presentaciones no son los conciertos como la convención dicta, sino happenings, en donde ni una presentación será igual a la otra, ni su manera de actuar permanecerá estable durante un corto periodo de tiempo. Finalmente, no conozco persona que -y me incluyo-, dentro de su personalidad, manifieste excentricidades al por mayor, la diferencia es que no aplicamos la locura a la creativada y al creacionismo. Estas locuras, experiencias de vida, la evolución del pensamiento, la edad, se escuchan en la letra y la música que como resultado explotan una de las facetas más profundas de la artista conocida como Power... Cat Power. "Cherokee" es la declaración de amor a sí misma y como todo buen amor, lleno de faltas y errores. En "Sun" expone más su faceta experimental con beats y sintes que acompañan la calidez de su voz, la cual se escucha multiplicada en el espacio denotando la convicción que sólo los años regalan a la forma de pensamiento. Sin embargo, "Always On My Own" me parece que expone en toda su cruda y sencilla gloria, uno de los aspectos más difíciles -dolorosos, problemáticos- de lo que conlleva tener el don y el talento que Marshall tiene, si no, por qué escuchamos su voz siendo ahogada entre el fuzz del bajo y los agudos sonidos del sintetizador: Tell me no lie, under your love / Back to back, tick tock, has begun / Oh, oh, work your love / I want to live my way of living, canta en un tono que casi ruega por el entendimiento. Definitivamente una canción que sobre sale en el disco. La temática "Human Being" es una oda a la humanidad con un sonido de tradición joydivisionesca, mientras que "Manhattan" es en honor a la isla y su personalidad tan multifacética, voltea esa densidad de ambiente y abre el horizonte para revelar una de las más bellas melodías jamás cantadas por ella; este es mi track favorito, entre el tono juguetón de su voz y los tonos que se repiten tan reconfortantes entre el vasto ambiente de la batería. Y en el tercer acto, "Silent Machine" y sus pegajosos riffs, "Nothing But Time", con sus 10 minutos de duración manifestando que tiempo es todo lo que tenemos y el explosivo cierre "Peace and Love" que suena magníficamente a "Kashmir" con esas guitarras que parece como si el mismísimo Jimmy Page las estuviera rasgueando con tanta determinación, mientras Power vomita cada palabra desde las entrañas: Everybody got shit to pay / Can't go lala with fafa hu-rah-rah / Gotta go dealing with DaDa for nada / It ain't appropriate that I'm stoked that I get a hundred-thousand hits on the internet / But that don't mean a shit / Even if you're legitimate. Como audiencia, apreciadores musicales u obsesionados por igual, creo que la honestidad es altamente agradecida y retribuida, y Sun es la declaración de justamente esto, el desnudarse y asumir el papel de dejar expuesta la carne y los nervios con cada canción.

jueves, 20 de diciembre de 2012

Lo mejor... The Shins, Port Of Morrow



9. Port Of Morrow, The Shins

En el 2004 enérgicamente irrumpió en el mundo, Zach Braff y su Garden State, película de la corriente "indie" con su fresca, y sin embargo poco innovadora, perspectiva ante ese estado de existencia de los "nuevos adultos" -ya saben, los egresados de la universidad buscando su ideológico estar en el mundo y así. Y sí, yo también cuando la vi me sentí conmovida e iluminada, como muchos, cuando creyeron haber encontrado el hilo negro de la gran comedia humana. Lo que ahora le agradezco enormemente a Braff y su opera prima, es el haberme introducido a The Shins con ese diálogo entre Braff y Portman, claramente dirigido a quienes en la ignorancia nos encontrábamos sobre la existencia del grupo de James Mercer:

- What are you listening to? 
- The Shins... you know'em? 
- No. 
- You gotta hear this one song, it'll change your life, I swear.


Y es que sí cambia la vida en el sentido de que es una de esas canciones que se convierten en himnos o estandartes, simbolizando el rito de pasaje, la evolución del futuro idealizado al futuro real y lo duro que puede llegar a ser. Ocho años más tarde, la realidad de ensueño de The Shins sigue siendo igual, lo cual dentro de un mundo siempre tan voluble, termina por ser algo reconfortante.

Uno no puede esconder o negar las expectativas que el escuchar por primera vez lo más nuevo de The Shins produce y Port Of Morrow inicia con excitado dinamismo en "The Rifle's Spiral", sus bajos y guitarras tan sutiles y encantadoras son un absoluto placer; sin embargo, el toque nostálgico de la banda comienza con "Simple Song", recordando su estilo dulce/amargo tan enternecedor que nos sedujo años atrás. Caos, confusión y el punto céntrico que apacigua las aguas llamado hogar/familia/amor. Podría parecer una canción tan ridículamente rosa, pero la voz de Mercer y el sonido que la ensalza la hacen tocar tierra. "It's Only Life" habla de jsutamente eso... la vida; sigue la línea temática de la canción anterior: Well I guess It's only life. It's only natural / We all spend a little while going down the rabbit hole. Y mientras que "Bait And Switch" regala odas al hombre común de buen corazón devorado por una femme-fatale en el tono más ligero y divertido posible, "September" regresa al tono melancólico y grandioso en cuanto a ambiente se refiere con mínima instrumentalización, realmente tan sólo el protagonismo de una guitarra acústica, la voz de Mercer y ecos lejanos de las olas rompiendo contra las rocas. "For A Fool" juega en el mismo lado de la moneda y juega como un cálido abrazo mientras se escucha. Finalmente, la que sostiene como médula la genialidad del álbum, es "Port Of Morrow", una canción, que como muchas de las anteriores, habla de la vida, pero las imágenes que tan bellamente traza, son de fotografías que corren frente a los ojos rápidamente. Es crítica y dura en el más dulce de los tonos, con una melodía que seduce en su letargo, colgándose de cada verso: The cyanide of an almond / Let him look at your hands, get the angles right / Ace of spades, port of morrow, life is death is life / I saw a photograph: Cologne in '27 / And then a postcard after the bombs in '45 / Must've been a world of evil clowns that let it happen / But now I recognize, dear listeners / That you were there and so was I. No es exageración el hablar tan altamente de algo tan ridículo como un "pedazo" de música o un disco entero, y más cuando estos pedazos de música llegan a tener más sentido que la misma realidad. Port Of Morrow es esa grandeza de que les digo, al menos una de las grandezas de este año, y así como voy dando fin a esta entrada, "Fall Of '82" va cerrando por centésima vez, el bellísimo disco de The Shins.

Y aquí abajo, el disco entero...


sábado, 15 de diciembre de 2012

Lo mejor... Heartless Bastards, ARROW

Pues sí. Diciembre hay llegado y a donde volteen a ver, interminables listas aturran páginas web, blogs, revistas, programas televisivos, etc., para contar lo mejor de lo mejor de lo mejor. Y como siempre, no puedo dejar pasar la oportunidad de convertirme en una más dentro de ese ya cansado trend. Así que, una vez más, mi top 10...



10. Arrow, Heartless Bastards

El cuarteto de Cincinnati estrenó Arrow de ahí por febrero y de ahí por febrero obtuve el álbum sin saber absolutamente nada del grupo, del álbum o del hecho de que ellos llevan ya algunos años moviéndose y sacando discos. Este cuarto lanzamiento discográfico fue mi primer acercamiento con su música y fue uno muy agradable. Fríamente puedo decir que no es nada del otro mundo, pero ese nada-del-otro-mundo les sale increíblemente bien.

La fórmula de Arrow: guitarras, batería, bajo. Así como debe ser. La voz de Erika Wennerstrom al frente cargando con esta tradición de mujeres que cimentaron el camino anterior a ella y melodías que evocan la tradición blues/rock/country estadounidenses, bien expuesta en la sutil canción que abre el disco, "Marathon": We were under the same familiar stars, on this long way home. Alusiones al corazón roto, la soledad, el camino, el whiskey... todas estas cuestiones que son ya lugar común y a las cuales se re-visita en "Parted Ways", y que convenientemente es seguida con "Got To Have Rock & Roll", canción que justamente suena a rock & roll y que queriendo-noqueriendo la cosa, parece que Joan Jett aparecerá de un momento a otro lista para echarle otro centavo a la rocola. A través del disco, los temas serán lo mismo, por lo cual admito que es un poco repetitivo y quizá por ello juega dentro de campo seguro, en donde no se arriesgan al conceptualizar, algo que no es del todo malo; escuchar música solamente por el gusto de escuchar, sin querer racionalizar absolutamente cada sonido, cada letra. Esto es quizá el gran logro de Arrow. Escucharlo y querer acompañar la nítida voz de Erika, aunque si como yo no nacieron agraciados de tono y melodiosas cuerdas vocales, mejor ni lo intenten, de lo contrario, canciones como "Only For You" pierden todo su encanto. "The Arrow Killed The Beast" termina por englobar el todo que la agrupación vende con su cuarta entrega: desde una simple hojeada a la portada del álbum en donde se muestra un búfalo americano invadido por los escenarios del viejo oeste -vastos espacios de escasa vegetación enmarcados por coloridas montañas-, hasta el sonido que intentan cimentar como suyo. Esta es la canción que sobresale a mi gusto, altamente cargada de un bellísimo ambiente lleno de imágenes que tocan en casa: On the horizons the warm color of amber / The sky forms shadows all across the land / A simple life out here in the country / Where the skies full of mistery and mistery fills the air. Para alguien que viven en la tierra sin-ley, la tierra de los cielos multicolor, la aridez y la vastedad, esto es pura poesía.


viernes, 7 de diciembre de 2012

Film, Alan Schneider (un original de Samuel Beckett)

En alguna entrevista, Beckett alguna vez dijo: “No es únicamente que estemos más cansados a causa del ayer, es que somos otros, no ya los mismos de la desgracia de ayer”. Sobre qué hablaba, sólo él lo sabe, pues la frase da para diversas interpretaciones. 34 años más tarde, Beckett le mostró al mundo la personificación de esto que había dicho, mostrando un escenario poéticamente desolado, confuso y solitario con su única incursión al cine: Film (1965), escrita por Beckett, dirigida por Alan Schneider y estelarizada por un ya acabado Buster Keaton. Esta grandiosa (mini)película, la cual escasamente llega a los 18 minutos de vida, inicia con la toma de un ojo, muy parecido a aquel de Buñuel en Un Chien Andaloux. La toma cambia de dicho ojo a una pared alta, larga, erguida completamente de ladrillo, rematando con un desolado y decrépito edificio, una extensión del desolado y decrépito Keaton; realmente todo lo que el film muestra es decrepitud y desolación. Frenéticamente, en aquel momento, aparece corriendo un hombre histérico (Keaton), quien hace todo lo posible para filtrarse discretamente, camuflado por el entorno y permanecer invisible ante la cámara, que en ese momento comienza a seguirlo. Tras chocar con una pareja que se encontraba platicando a un costado del muro, el hombre entra por un portal hacia el edificio. No hay ruido, no hay gente, salvo una viejita que baja con una canasta de flores en la mano; la cámara la toma de frente, ella parece vernos directamente produciendo una muy desagradable sorpresa que la hace caer muerta. El hombre aprovecha esta trágica escena para escapar de la cámara. Unos segundos más tarde, el viejo hombre entra a lo que parece ser su apartamento.

Esta escena del apartamento es quizá lo más significativo de toda la historia; la habitación, así como el exterior del edificio, la pareja y la recién difunta viejita, denota aquella decadencia del hombre que ha entrado nervioso y acelerado, con sus muros desnudos e iluminados desde la parte superior. La cámara, a excusa de seguir a Keaton, nos muestra todos los elementos que se encuentran ahí dentro: la cama, la ventana, la mecedora, el espejo, la foto de Dios, la jaula, la pecera y una canasta con un perro y un gato. Cada uno de estos parece haber estado esperando su llegada, pues lo miran detenidamente, como si supiesen algo de él, algo que incluso él mismo desconoce. Pronto, el personaje cuyo nombre desconocemos, así como su pasado o incluso su presente, a pesar de estarlo presenciando, recorre la habitación con cierta extrañeza, tocando las paredes cual hombre ciego que intenta conocer el mundo a través de los otros sentidos. Sin embargo, la falta de sonido alguno hace hincapié en que tal vez no es solamente ciego, sino sordo, o por qué no, acusa al espectador, a uno como testigo, que lo que vemos es la blancura de la ceguera y lo que escuchamos es el ruido del silencio; nosotros estamos tan ciegos, sordos y decrépitos como aquel que vemos deambular desolado en pantalla. Así pues continúa el vaivén de Keaton por la habitación, un ballet magistralmente coreografiado, incitado por aquellos elementos que se han percatado de su presencia, alterándolo profundamente; en consecuencia, el hombre se irá deshaciendo de cada elemento sobre el cual posa su vista, comenzando por el espejo. Este, el espejo, podría ser el elemento más importante, reflejando no solamente su estado de cansancio físico, sino su propia mirada, esa mirada que tanto evita revelar ante la cámara; la mirada que esconde de nosotros los espectadores y de él mismo. El segundo elemento al cual se le otorga relevancia es el colguije de Dios sobre la ruinosa pared; una escena cargada de simbolismo, creo yo, ya que todo el juego de movimientos que hace el sinnombre, su constante estado de alarma y angustia, parece buscar a su único testigo (jugando con esto de que se ha roto la 4ª pared y uno como espectador lo ve también), el único al cual quisiera confirmar como tal. Sin embargo, toda la vida es un constante rechazo hacia Dios, en el sentido de que las cosas que hacemos, o mejor dicho, aquello que buscamos hacer, son las cosas que tienden a ser mal vistas, incluso prohibidas, castigadas, etc., pero ya podríamos debatir qué visión de Dios se está manejando en la escena, si aquella deidad racional germinada entre las reglas humanas, o aquella deidad subjetiva, ambigua, espiritual creada a partir de la nada que apela hacia el sentido común individual y no al salvajismo colectivo.

Así pues, el Keaton irreal se va deshaciendo de todo, hasta que dar sólo él; un hombre, el único elemento en el universo, sentado sobre su mecedora, hurgando entre viejas fotos que develan las etapas de desarrollo del hombre: como bebé, como niño, como adolescente y así sucesivamente hasta terminar con la fotografía de su persona actual. Esta es la primera vez dentro del filme que vemos a Keaton en su totalidad: un viejo, cansado y maltratado por los sucesos de la vida; un hombre que perdió, o desperdició el poco tiempo que poseía. Él mismo parece percatarse de esto, así que, con ese mismo ímpetu violento con el que irrumpe en el apartamento, comienza a romper las fotografías, eliminando cualquier rastro o evidencia de su presencia en la vida. Fatigado por las emociones, se queda dormido, y la cámara (o Dios, o nosotros) se mueve libremente por la habitación hasta terminar encuadrando al viejo Keaton dormido. Finalmente, despierta sobresaltado y muestra aquella misma expresión sobre el rostro que la mujer de las flores y la pareja en la calle; mira atentamente a quien lo ve: él mismo. Él mismo permanece frente a él, de pie, observándolo, juzgándolo. Bajo semejante escrutinio originado de su misma persona, el viejo Keaton que permanece sentado sobre la mecedora, se cubre los ojos y comienza a mecerse, hasta que termina el filme, nuevamente con el ojo que mira intensamente a través de la cámara. Curioso ver cómo un breve instante nacido de la mente de Beckett nos avienta sin aviso hacia un constante debate simbólico y metafórico de todo cuanto percibimos.

En entrevistas posteriores a la película, Schneider declaró que, a pesar de llevar él el título de director, la verdadera mente encargada de la realización del filme fue Beckett, quien permaneció siempre presente durante el rodaje, y su presencia realmente se transmite a cada segundo. Durante la trayectoria de la película, es posible respirar un aire de completa austeridad, de negligencia, de existencias disminuidas a tal grado que corren el peligro de desaparecer. Film es el retrato de un hombre, hastiado de tantos ayeres, errores, aciertos, experiencias y recuerdos. Es una historia de un carácter filosófico bárbaro, se quiera o no, pues uno no simplemente termina de ver el corto y autoritariamente exclama “me gustó”, o “no me gustó”, o “me pareció regular”. Innegablemente uno debe analizarla y debatirla, sin importar la participación de un segundo o tercero; esta es una de esas experiencias que nos ensimisma y pregunta las cuestiones que muchas veces dejamos de lado por flojera o miedo. Lo poco que he leído de Beckett me ha llevado a concluir que su obra surge a partir del propio cuestionamiento de él hacia él. O quizá no, quién sabe, quién soy yo para pensar tal o cual cosa. Sin embargo, esta es la interpretación a la cual me conduce su visión: la perspectiva de la huída, la decrepitud, la vida como interminable ciclo, Dios/Hombre, u Hombre/Dios, el silencio y la ceguera… y en qué momento todo el caos llega a tener sentido. Es verdaderamente impresionante e interesante cómo una pieza de menos de 20 minutos puede llegar a tocar de manera tan frontal, y a la vez ser tan oscuro en su mensaje, cuando llegamos a ver puestas en escena o películas que en tres horas no dicen absolutamente nada.

Aquí abajo podrán encontrar esta elemental obra cinematográfica, reducida a la pequeña pantalla del tutubo (curioso). Ya mentes como Beckett hay pocas y en esta versión de la modernidad, de la vida, en donde ya nada se entiende de nada, a veces este tipo de mentes son las únicas capaces de dar un poco de entendimiento a algo, a pesar de constante análisis que reclaman. Pero esta ya es una opinión que quizá deba descartarse por completo. 

(Y debido a que blogger se ha convertido en un pedazo de merde, no podré adjuntar esta joya beckettiana, por lo que mejor sigan el camino amarillo: http://youtu.be/Qox-KbkXITU ).